viernes, 4 de enero de 2013

Confabulación de sonidos

Inventé un músico,

una vereda y unas flores.

Inventé una malograda milonga,

en sol,

sentenciándome al mitológico arrebato

de perpetrarme al perpetrarte.

Tanta imaginaria confabulación de sonidos,

tantos niños de fuego,

tanta pueril incandescencia

planeando sobre esa agrietada tierra.



Lejos.



Inventé un místico,

un barco, un mar ficticio

mientras bailabas a tientas

con la invisible gloria:

lloran inevitablemente las musas,

aun cuando son dilectas

de los gráciles sinfonistas;

otorgan improvisadamente su alma

a los otros dioses.



Acaso en el estepario

territorio en que vierto este retorno,

te vuelvas río manado hacia el este.