Hablaba a media voz consigo mismo.
Es que la mañana había quedado suspendida,
recubriendo el enigmático empedrado
con esa tenue luminosidad.
Es que ese enfático gris que parecía provenir
de allá, donde las involuntarias memorias
conjeturan y preparan el sueño,
no dejaba prosperar a los colores
que suelen diluir las oscuridades de la noche.
Vaya si era viable ahí, en ese Buenos Aires
lanzando a borbotones una multiplicidad de ciudades,
la música que sólo puede señorear
en el definitivo silencio.
Ese recóndito artífice de las siestas
volvía a fraguar su reiterado flotar
sobre angostas veredas.
Es que la femenina fascinación,
el regreso a lo sustancial
volvía para dejar una vez más
su prodigiosa huella.
domingo, 30 de diciembre de 2012
jueves, 27 de diciembre de 2012
Camino
Al fin llegaron las nubes.
Exhala un devenir de décadas
para dejar al descubierto
la primera bruma…
El camino ha vuelto a aunarse
a un antiguo cielo.
Algo viaja en un mismo y recurrente sueño,
algo se despliega de retorno a casa.
Exhala un devenir de décadas
para dejar al descubierto
la primera bruma…
El camino ha vuelto a aunarse
a un antiguo cielo.
Algo viaja en un mismo y recurrente sueño,
algo se despliega de retorno a casa.
martes, 18 de diciembre de 2012
Artífice
Comenzó hablando de sí
mismo,
luego del río,
del hielo,
de un extraviado sitio
iluminado por esas otras
luces;
más tarde habló de vientres,
de veredas,
del inquietante esplendor de
las naranjas,
hasta llegar a la palabra:
desentrañar, evidenciar
el delicado arte de la infamia.
Hoy no habla más que de un
vacío
que ha dejado una indeleble
traza.
sábado, 8 de diciembre de 2012
Cristal
Vuelve a disfrazarse de
Cobra.
Máscara de urbana penitente,
teme a las aves que pugnan
por picotear su atuendo de
fuego.
Observa a destiempo,
arrellanada,
a los niños que juegan
en una nueva y suburbana
senda.
Una volátil cantinela con
aires de milonga
atraviesa el compartido
sueño
mientras enero estalla,
resplandece su densa quietud.
Tanto para que la oscuridad
los arrastre,
oculte de nuevo el tenue
deslumbramiento,
tanto para que la calle
reviente de feligreses
vertiendo espuma y
oraciones.
Resquebraja el sol
implacable
su carita de plastilina
y el pum pum de la pelota,
ratifica un período
adolescente
del conjuro que profesan las
estrellas.
Se levanta, camina entre ese
tétrico bestiario de caníbales,
empuja otra vez la puerta
y se tiende a esperar el
prodigio de la noche…
martes, 4 de diciembre de 2012
Encomio de la distancia
Mejor así.
Transitemos
por un camino imaginario:
taciturna ejecutante
cantando un mar verde,
esas nubes que giran,
la luz viniendo y desvaneciéndose con la marea.
Mejor así.
Aguardo tus espejos
más que tu concreta acechanza:
taciturna ejecutante
deviniendo la penumbra,
esos viejos soles,
la tarde añorando colores inmemoriales.
Transitemos
por un camino imaginario:
taciturna ejecutante
cantando un mar verde,
esas nubes que giran,
la luz viniendo y desvaneciéndose con la marea.
Mejor así.
Aguardo tus espejos
más que tu concreta acechanza:
taciturna ejecutante
deviniendo la penumbra,
esos viejos soles,
la tarde añorando colores inmemoriales.
sábado, 1 de diciembre de 2012
Reunión de perros salvajes
cae desde el techo.
Afuera los jóvenes saltimbanquis
celebran la estación
multiplicando círculos de fuego.
Interpelar las recónditas musas
-aun cuando el viento que barre las primeras hojas
habita otras regiones-.
Hay una intrínseca reunión de perros salvajes
dispuesta a hincarse ante unos pies,
una mística recurrencia de ríos y turbiedades,
de inusitados enigmas literarios
ofrendando su extravagante agasajo.
Mientras la noche regurgita un dulce reposo,
escribe.
Tim Hardin sigue sonando…
viernes, 30 de noviembre de 2012
Procedencia
Invisible,
vuelve a disponer
del agua, de paredes blancas,
de un orbe enorme de escaleras
donde la literatura se revela a sí misma,
se consagra.
Invisible,
fascinador de cándidos poetas
quitar las piedras del camino,
merced de las niñas que aún juegan
en los propagados parques.
lunes, 26 de noviembre de 2012
For Love's Sake (en el marco del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)
En una excelente recreación del Tokio del los '70, se desarrolla esta nueva película del proverbial Takashi Miike. For Love's Sake, es ante todo un musical, pero es también una suerte de melodrama adolescente con toques de spoof, con imbricaciones de anime, y una para nada sorpresiva puesta visual realmente babilónica, elementos estos que constituyen el marco de un romance neoshakespeareano donde no faltan riñas con un grado de violencia rayana con la parodia de género y la ironía, cuchillos voladores y tópicos de romance high school que destilan una candidez en donde los límites de intencionalidad, por lo menos para el público occidental, no acaban nunca de definirse.
For Love's Sake lleva hasta un límite honestamente dantesco una especie de ensayo acerca del sacrificio por amor, de los infortunios del amante no correspondido, de la inviabilidad de ciertas obsesiones románticas, de antemano condenadas a un destino trágico. Es también una despiadada lectura sobre realidades sociales absolutamente divergentes, cuyo intento de reconciliación no puede llevar a otra cosa que a la fatalidad.
Si bien la fortaleza del tan ambicioso planteamiento de historia y recursos tan diversos y bien manejados por Miike, se sostiene hasta cierto punto de la película, llega un momento en que esa furia representativa comienza a diluirse, quizás por el hecho de ser llevados los roles hasta un límite de paroxismo pasional realmente caricaturesco. Uno siente que todo podría haberse resuelto 30 o 40 minutos antes de terminar la cinta, habiendo logrado de todas formas el objetivo de transmitir acaso con más efectividad el apotegma elegíaco que atraviesa el relato.
Hay un tal vez excesivo hincapié en las historias de vida adyacentes a la trama central. A todos los personajes se les conceden sus cinco minutos de gloria, cuestión que hace que uno pierda por momentos el anclaje, perdiéndose en meandros innecesarios que hacen que la película entre en un territorio un tanto denso y exasperante.
No obstante eso, el genial director de Audition, del mejor relato del tríptico Three Extremes y de la oscura y siniestra Big Bang Love, no deja de sorprender con su capacidad de indagar en nuevos géneros, y de dotarlos de su obstinada y en el mejor sentido de la palabra tortuosa impronta.
viernes, 23 de noviembre de 2012
La Mer à l'aube (en el marco del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)
La Mer à l'aube, del director alemán Volker Schlöndorff, es una película basada en el reporte militar del escritor Ernst Jünger, acerca del proceso de fusilamiento de un grupo de presos políticos en una prisión francesa. Jünger desempeñaba un cargo administrativo en el ejército alemán, y a pedido de un superior, compone esta elegía narrativa que ahonda en los aspectos verdaderamente siniestros a los que puede arribar el ser humano.
A raíz del asesinato de un oficial alemán en Nantes, en manos de un grupo de la resistencia, Hitler ordena un escarmiento que consiste en la ejecución de 150 reclusos franceses.
El procedimiento acaso más interesante de la película es la forma en que Schlöndorff logra penetrar en la vivencia de varios de estos condenados, y en la manera en que transitan la cercanía de su muerte. El hincapié está puesto sin embargo en la figura de Guy Môquet, un adolescente de 17 años encarcelado por repartir panfletos en contra de la ocupación alemana en un cine. Se oberva a medida que va avanzando la trama, una especie de táctica desautomatizadora, tendiente a que el espectador asista a lo que se está mostrando desde una perspectiva cercana e hiperrealista.
Lamentablemente no faltan ciertos pasajes de innecesario y exacerbado dramatismo en los que se conjugan imagen y sonido apuntando a esos lugares obvios que suelen causar un verdadero empacho.
La película se proyecta mañana y el domingo 25 a las 22 hs. en el Ambassador 1.
jueves, 22 de noviembre de 2012
Dark Horse (en el marco del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)
Abe, un hombre en el curso de sus treinta y largos, vive con sus padres y trabaja en la empresa de bienes raíces de papá. Su habitación es como la de un niño de 12 años, llena de repisas habitadas por muñecos de superhéroes. No se ha graduado en una universidad, "como lo ha hecho su 'exitoso' hermano menor", y ha logrado embarcar en una relación de noviazgo de corte preadolescente a Miranda, con quien quiere casarse e ir a vivir a esa casa en la que ha residido toda su vida, soñando con que incluso su descendencia siga habitando esa suerte de palacio de la resistencia a la entrada al mundo de la adultez y las responsabilidades.
Si bien la película da sobradas pruebas de estar edificada en una espacio con la capacidad de expandirse hacia los márgenes de una llegada a un público al que no estuvieron destinadas por ejemplo Happiness o Storytelling, conserva indiscutiblemente ese tópico de las anteriores de Todd Solondz, de lanzar esas cáusticas invectivas hacia ciertos parámetros de normalidad y ciertos códigos de pertenencia propios de la clase media alta norteamericana.
Puede hacerse una primera y poco precavida lectura de la construcción del personaje Abe, que por momentos da la impresión de apelar a una suerte de incongruencia existencial tan llevada al límite, rayana con el gag fácil de asimilar, propio de la demagogia de la comedia efectista y poco sutil, de hecho ha sido ese uno de los puntos que ha marcado alguna crítica como los "debe" de la película. Pero este personaje interpretado por Jordan Gelber, en buena parte, asume en esa actitud cuasi quijotesca de obstinación en un plano de absurda infantilidad, la negativa valoración contra ese mundo lineal, aburrido y de tan cuestionables códigos de éxito, negándose a entrar y ser parte de él, ese mundo al cual Solondz ha dedicado su revulsiva mirada en sus tal vez más sutiles y menos masivos trabajos.
Uno de los puntos más dignos de ser destacados es la ambientación de toy-world que tiene la película desde lo visual, es un aspecto que se percibe desde las locaciones y los decorados hasta en los vestuarios de los personajes, todo pareciera estar pensado para funcionar de manera subsidiaria de ese clima de fantasía que rige la vida de Abe.
En el rol de los padres, y en un para nada solapado guiño a una instancia más comercial, encontramos a Mia Farrow y a Christopher Walken.
Trailer Oficial
miércoles, 21 de noviembre de 2012
La Música Callada (en el marco del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)
Documental de Fernando Boto, La Música Callada, consiste en un seguimiento de la cotidianeidad de David y Diego, los dos únicos monjes católicos bizantinos de Sudamérica, en un monasterio ubicado en la ciudad de Pigüé, Provincia de Buenos Aires.
En la austeridad de ese entorno serrano, se es testigo del día a día en un casi absoluto silencio de estos dos habitantes realizando tareas domésticas como cortar leña, amasar el pan, lavar la ropa, atender a sus animales, o consagrados a faenas de corte religioso como la traducción de textos sacros, el canto de mantras cristianos o la pintura de íconos.
Todas estas acciones discurren atravesadas solamente por el sonido del viento, del canto de los pájaros, la corriente de las cascadas de las sierras, elementos estos del paisaje que se cuela por las ventanas inundando el lugar con ese único rumor.
La única escena real que tuvo que ser recreada es el pedido de intercesión de un agricultor a uno de los monjes para que ruegue a Cristo por el fin de una sequía de cuatro meses. Cuenta Fernando Boto que esa lluvia hizo su singular aparición en el momento en que él comenzaba a hacer su primera serie de tomas, escena que obviamente conforma uno de los capítulos de este silencioso relato visual. Interrumpen el retiro algunas visitas de una muy pequeña feligresía que se acerca al lugar para celebrar ceremonias y reuniones.
Recomendable documental La Música Callada. Se proyectará nuevamente mañana Jueves 22 a las 15: 15 en el Cinema 1.
la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora...
... ... ...
San Juan de la Cruz
Puerta de Hierro, el exilio de Perón (en el marco del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)
Puerta de Hierro, dirigida por Víctor Laplace y Dieguillo Fernández, abreva en el extenso período de exilio de Perón, esos dieciocho años en los que la vida política de la Argentina, padeció la triste renguera de la proscripción y la violencia ejercida hacia quienes intentaron mantener viva en el país la llama de aquel momento que representó una indiscutible bisagra en la historia vernácula.
En Puerta de Hierro se ve a un Laplace interpretando por segunda vez a Perón. Recordemos la Eva Perón de Juan Carlos Desanzo, con guión de José Pablo Feinmann, protagonizada por Esther Goris, en la que el tres veces presidente de la Argentina aparece en un plano más solapado, pero que sin embargo constituye tal vez el embrión compositivo en el que Laplace ancla su formidable actuación en el film que se está viendo por estos días en este festival.
Manifestaron los directores ante la pregunta de una de las espectadoras del porqué de la elección de este período de la vida del General, que en realidad, si se piensa e investiga su vida, se tienen sobrados informes y testimonios de lo que ocurrió con Perón fuera de estos años de obligado alejamiento de las arenas públicas, pero circundan esta estancia en Madrid algunas cuestiones que inobjetablemente confieren a este líder tan exultante, ciertas condiciones de vulnerabilidad inevitables, dada la condición de exilio y las persecuciones a las que se vio sujeto en algunas oportunidades, esas circunstancias fueron en cierta forma lo que motivó exhibir este otro costado. Es un Perón que si bien conserva contacto con líderes sindicales y políticos que se acercan a esa suerte de sucursal de la resistencia y la planificación de un inevitable retorno en un lugar tan lejano; transita una evidente sensación de impotencia y fragilidad. Se lo muestra también un una constante disonancia con Lopez Rega, personaje que en la película se va apoderando de la voluntad y el libre albedrío de Chavela.
Son dignos de destacarse los roles de Victoria Carreras interpretando a Isabel Perón, en una verdaderamente impecable construcción de personaje, tratando de salir del cliché y la caricatura, y de Federico Luppi interpretando al médico español con quien Perón mantiene una relación de amistad muy entrañable.
La película se reserva un espacio para la ficcionalización. Es la relación del líder con una costurera madrileña, hija de un militante de la república, que alberga una reticencia por los libros, esos libros que fueron nutriendo una militancia que "alejó a su padre de su familia", a quien ese Juan, a secas, supuesto escritor argentino cuyos escritos están prohibidos en su país, va conquistando valiéndose de su profuso carisma y de un par de obras fundamentales. La conquista de Sofía, es de alguna manera la reconquista de un pueblo, una suerte de ensayo preliminar previo al retorno.
Puerta de Hierro, el exilio de Perón se estrenaría en marzo en las salas de toda la argentina.
Ficha técnica:
- Título original: “PUERTA DE HIERRO, el exilio de Perón”
- País: Argentina
- Duración: 108 minutos
- Directores: Víctor Laplace / Dieguillo Fernández
- Productores Ejecutivos: Cecilia Diez / Luis Sartor
- Guión: Víctor Laplace / Leonel D´agostino
- Fotografía/Imagen: Diego Poleri
- Edición/Montaje: Marcela Saenz
- Dirección de Arte: Adriana Maestri
- Sonido: Jorge Stavropulos
- Música: Damián Laplace
- Compañía/s Productora/s: Valga SRL- Zarlek SA
- Intérpretes: Laplace, Victoria Carreras, Natalia Mateo, Fito Yanelli, Javier Lombardo, Manuel Vicente, Sergio Surraco, Federico Luppi.
domingo, 18 de noviembre de 2012
Escena de lo no cotidiano
Inventa, lleva hasta los confines
su inédita pantomima de chica-serpiente.
Ha transitado a puño la ambigüedad
del supremo arte de transmutar:
puede hasta con las deidades
la maestría de tutelar al rojo,
al oeste, al remoto río.
¡Ay de las incautas voluntades!
Se han rendido a sus pies,
si hasta se las ve cantar a veces
por las desiertas ciudades
su innumerable acopio de canciones.
Suele salvar del olvido
al desatino de esa impetuosa poesía
-facultad de acechar la siesta fugaz
del oponente, en busca de nuevos atuendos-:
puede hasta con los héroes
el peculiar oficio de doblegar las horas,
de liberar al otro viento…
su inédita pantomima de chica-serpiente.
Ha transitado a puño la ambigüedad
del supremo arte de transmutar:
puede hasta con las deidades
la maestría de tutelar al rojo,
al oeste, al remoto río.
¡Ay de las incautas voluntades!
Se han rendido a sus pies,
si hasta se las ve cantar a veces
por las desiertas ciudades
su innumerable acopio de canciones.
Suele salvar del olvido
al desatino de esa impetuosa poesía
-facultad de acechar la siesta fugaz
del oponente, en busca de nuevos atuendos-:
puede hasta con los héroes
el peculiar oficio de doblegar las horas,
de liberar al otro viento…
martes, 13 de noviembre de 2012
Contemporáneo
como la densa transparencia
que atraviesa la escena:
el desierto se bebe hasta la última gota de sangre.
Contemporáneo,
como la gélida luz que alumbra:
gesta de urbanos bandoleros
discurriendo entre un aletargado ejército de caminantes.
Nombrar las calles,
hábito de los inadvertidos poetas,
… pero son las calles las que decantan
su rutilante obertura de fin de los tiempos.
Contemporáneo,
hablar de falsos augures
para ocultar la infausta mansedumbre de los caballos…
domingo, 21 de octubre de 2012
Byrne, Steinbeck, Manucho y los viajes...
y la identidad del
que se traslada.”
Patricia Almarcegui.
El
viaje, desde siempre, ha representado para el hombre la posibilidad de algún
tipo de mutación, acaso la posibilidad de transformación en una instancia
obviamente externa, pero también en el orden interno, en el plano de nuestro
imaginario y nuestras ansias de descubrimiento, es innegable que conforme los
caminos externos van ramificando, el universo interior del viajero experimenta
una expansión en varios órdenes.
No
caben dudas de que existe una ligazón palmaria entre cierta literatura y el ideario
del viaje, no solo en aquella que se propone reseñar el periplo de quien
posteriormente narra su parte de ruta, puesto que también en una buena parte de
la narrativa de ficción, el viaje está presente explícitamente, pongamos por
ejemplo las salidas de Alonso Quijano en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha , los viajes de la
infancia a Combray y de juventud a Balbec y Venecia del Marcel de En busca del
Tiempo Perdido, o el iniciático traslado de Hans Castorp desde Hamburgo a
Davos-Platz en La Montaña Mágica .
Es
oportuno asimismo aludir a un aspecto más en esta concomitancia entre viaje y
literatura, ya que más allá de lo expedicionario o peregrino de la historia por
la cual estemos transitando, el libro es casi siempre una manera del viaje, del
descubrimiento de mundos, a veces lejanos, no sólo en espacio, sino también en
el tiempo. Dijo Borges alguna vez que el hecho de que su padre le franquease su
biblioteca fue indudablemente el acontecimiento capital de su vida, y creo que
en cierta forma, hacía hincapié en la relación que se pretende establecer en
esta reseña, ya que es incontrovertible que para un niño ante el cual se abre un
universo tan descomunal de historias, algunas cercanas, pero algunas,
ambientadas en lugares asaz remotos, la literatura es una magnífica manera de
viajar.
Pero
más allá de este filosofar en torno al hecho de viajar en sus tan diversos
modos, el propósito de este artículo es recomendar tres libros de viaje, que a
criterio de quien escribe, merecen una especial deferencia. Uno de ellos ya ha
sido reseñado en una entrada del 22 de Noviembre del año pasado en La Frontera . Se trata de Diarios de bicicleta, de David Byrne. Tal vez la particularidad más remarcable
del libro de este músico y artista multimedia, sea el hecho de que propone un
recorrido por lo que Byrne llama el lado “b” de las ciudades, dada la
accesibilidad que permite un medio como la bici con su capacidad para
escabullirse de los atascos, incluso para recorrer adyacencias y caminos
alternativos que parecieran estar vedados para los otros medios de transporte,
en particular para los automóviles, que en oportunidades da la impresión de que
estuvieran obligados a discurrir por arterias inamovibles, sobre todo en
algunas ciudades norteamericanas que son reseñadas en el libro, donde el uso de
las autopistas se vuelve algo prácticamente inevitable, inclusive se plantea en Diarios de bicicleta que ciertamente hay lugares naturales a los cuales es
imposible o muy difícil arribar si uno no se sirve de un medio alternativo o de
la tracción de sus propias piernas, ya que esta suerte de derroteros que
trasladan a millones de automóviles a diario, “curiosamente” brindan la
posibilidad de escapar de esos atascos en lugares como cines, shoppings, o
cualquier otro punto donde quien o quienes planificaron la arteria al parecer
querrían hacer arribar a la mayor cantidad de gente posible. De todas maneras,
este planteo es sólo el punto de partida de este recorrido francamente
cautivador y entretenido por varias ciudades del mundo en bicicleta, razón por
la cual agrego el enlace a la reseña completa para quien quiera leerla:
El
segundo libro que voy a sugerir es Viajes con Charley, de John Steinbeck.
Cuenta en las primeras páginas el autor de Al este del paraíso y Las uvas de
la ira, que lo que motivó el inicio de este recorrido por los Estados Unidos,
es que en los albores de su vejez, se dio cuenta de cuán ignorante era acerca
de muchas cosas sobre las cuales había escrito: “En los Estados Unidos vivo en
Nueva York, o paso temporadas en Chicago o San Francisco. Pero Nueva York no es
Estados Unidos, así como París no es Francia ni Londres Inglaterra. Así
descubrí que no conocía mi propio país. Yo, un escritor norteamericano que escribía
sobre Norteamérica, estaba trabajando de memoria, y la memoria es, en el mejor
de los casos, un receptáculo defectuoso y deformante.” [STEINBECK, J, Viajes con Charley, Avellaneda, COLOR
EFE, 1985, p. 13]
Charley
no es para nada un personaje secundario de la travesía, ya que este perro
adulto, desde la perspectiva cronológica canina, también se encontraba frisando
los inicios de la vejez, lo cual lo convierte en un compañero de ruta con ese
plus para nada menor. La simbiosis entre Steinbeck y el perro transita todo el
tiempo dentro de esa sociedad que entre otras cosas, va construyendo a lo largo
del viaje un lazo cada vez más fuerte.
El
tercer personaje del periplo es Rocinante, una camioneta encargada
especialmente para el recorrido de los miles de kilómetros de peregrinaje por
los estados de Maine, Nueva York, Ohio, Michigan, Illinois, Wisconsin,
Minnesota, Dakota del Norte, Montana, Idaho, Washington, Oregón, California,
Arizona, Nuevo México, Texas y Luisiana, y el retorno por la costa este hasta Nueva York.
Hay
una advertencia acerca de la multiplicidad de visiones que se pueden obtener
del mismo lugar, dependiendo del observador. Es más, una de las ideas más
interesantes de Viajes con Charley es que incluso nuestros ojos matinales y
nuestros ojos vespertinos pueden diferir en cuanto a las impresiones que
podemos recolectar de un lugar, es por eso que se insinúa que no se puede
recomendar este relato como la
Norteamérica que los lectores encontrarán, ya que ni siquiera
un mismo observador obtiene siempre una idéntica impresión de un lugar, no sólo
debido al factor temporal, sino sobre todo a las emociones que inevitablemente
imprimirán su cariz sobre la imagen que finalmente cristalizará, haciéndonos
creer que en un futuro, acaso no tan lejano en términos de tiempo, nos
encontraremos con la misma experiencia.
Se
encuentra también en estos apuntes de ruta, una observación respecto de la
desaparición de los localismos del lenguaje, por causa de la radio y la
televisión y su efecto unificador. No debe olvidarse que este viaje se hizo a
principios de los sesenta, momento en el cual, estos medios de comunicación,
sobre todo la tv, comenzaban a encastrarse en la cotidianeidad de las
poblaciones, debido sobre todo al alcance nacional de estas ondas que para
Steinbeck diseminaban un cada vez más marcado efecto “unificador y homogeneizante”,
haciendo replegarse cada vez más los giros locales, sustituyéndolos por una
suerte de inglés standard, envuelto, insípido y empaquetado.
Regreso
al pueblo de la infancia:
Hay
un aspecto de los viajes que inviste una sustancial significancia: el
imaginario del retorno a un lugar que hemos dejado atrás hace mucho tiempo.
Guardamos en nuestra memoria una especie de radiografía con la que pretendemos
reencontrarnos en nuestra vuelta, a veces después de décadas de haber
abandonado esos sitios. El regreso a Salinas, California a bordo del fiel
Rocinante, gira en torno a esta idea y
al desengaño proveniente de que lo que encontramos al volver a nuestro pueblo
natal después de una prolongada ausencia, no se asemeja en absoluto a lo que
nuestra ingenua y romántica especulación bosquejó: “Mi regreso solo causaba
confusión e intranquilidad. Aunque no se atrevían a decirlo, mis viejos amigos
querían que me fuera para que ocupara el lugar que me correspondía en la trama
de las remembranzas, y yo quería irme por la misma razón.” [STEINBECK,
J, Viajes con Charley, Avellaneda,
COLOR EFE, 1985, p. 178]
... ... ...
Al enorme Texas, Steinbeck le dedica una gran cantidad de apuntes: la contradicción entre la riqueza de algunos habitantes y su fingida simpleza, las enormes distancias que es posible recorrer sin salir del estado, las diferencias climáticas entre el norte y el sur, la multiplicidad de códigos de pertenencia de las distintas ciudades, aspectos estos que sin embargo no logran romper ese códice inquebrantable que hace de Texas más que un lugar, un estado mental.
La
visita a Luisiana viene acompañada por el profundo sinsabor del racismo sureño.
El episodio de “Las Animadoras” es imperdible y a la vez desolador. “Las
Animadoras” eran mujeres blancas que en los días en que las escuelas “de
blancos” comenzaron a matricular niños negros, se paraban frente a los colegios
en el momento en que los chicos entraban junto a sus padres, lanzando sus
discursos cargados de una xenofobia atroz, vivadas por una buena parte de los
ciudadanos de Nueva Orleans.
En
suma, Viajes con Charley es una propuesta más que recomendable en materia de
literatura de viajes, ya que volviendo a esa idea de la capital importancia de
los ojos del observador, muchas veces situada por encima de la significación de
lo observado, no sólo propone un periplo por el Estados Unidos de los sesenta,
sino también un profundo fondear en los intersticios de la personalidad de este
genial escritor norteamericano.
La
tercera sugerencia en materia de libros de viajes es Placeres y fatigas de los
viajes de Manuel Mujica Láinez. Este libro consiste en una recopilación de las
notas de viajes por el mundo que M.M.L. publicó en el diario La Nación entre 1935 y 1977. La
primera edición –en dos volúmenes- es de 1984, año en que muere el escritor a
quien su círculo íntimo –y con el tiempo no tan cercano- llamaba Manucho.
La
relación de Manucho con los viajes comienza en la infancia. Mujica Láinez nace
en el seno de una familia de la oligarquía argentina de principios del S. XX.
En esos tiempos era muy común que esas familias, en consonancia con su profunda
idiosincrasia europeizante, enviara a sus hijos a educarse a Europa. En el caso
de los Láinez, la familia se traslada a Europa y permanece varios años en
Francia e Inglaterra.
En
una extensa entrevista realizada para la tv española en los años ‘70 por Joaquín
Soler Serrano, el autor de Bomarzo, Aquí vivieron y Misteriosa Buenos
Aires declaró: “he viajado en todos los medios de locomoción, fuera de estos, …,
claro, que ya me han tomado tarde en la vida y que lo llevan a uno a la luna.”
El
primer volumen comienza con el único texto que no fue escrito por M.M.L. Se
trata de un reportaje realizado por el periodista Luis Mazas a Manucho y a
Miguel Tato, publicado por Clarín revista el 25 de Junio de 1978; allí se
cuenta la aventura del Graf Zeppelin, un vuelo desde Río de Janeiro hasta Alemania
en el que se embarcaron Tato y el artífice de Placeres y fatigas de los
viajes.
Los
apuntes son numerosísimos, van desde los vagabundeos y caminatas por un Londres
devastado en los meses posteriores a la segunda guerra, una vuelta al París de
la infancia y la adolescencia, una visita a una exposición de antigüedades en
el palacio Grassi de Venecia, incluso a la Quebrada de Humahuaca, hasta una reflexión sobre
el turismo de paquete, ese sobrevuelo por sobre ciudades al que se ve
arrastrado el turista que tiene que recorrer en ocasiones 10 países en 20 días.
Escribe M.M.L. acerca del posible móvil de estos itinerarios: "El
solo hecho de poder decir: 'Una noche, en Londres…', o 'Una tarde en Sevilla…',
ubica espectacularmente a quien pronunció esas frases mágicas y lo exalta a la
condición de oráculo político, de consejero estético y de autoridad
mundana" [MUJICA LÁINEZ, M,
Placeres y fatigas de los viajes, Buenos Aires, Talleres Gráficos Garamond
S.C.A., 1986, p. 331]
Para
quien quiera conocer más acerca de este importantísimo escritor de la
literatura argentina del S. XX, sugiero la biografía Genio y figura de Manuel Mujica Láinez por Jorge Cruz.
Amén
de las críticas a causa de su confeso y militante antiperonismo y
anticomunismo, Mujica Láinez supo granjearse a lo largo de su vida el afecto de
buena parte de los lectores argentinos, quizás debido a su capacidad para
atravesar con inteligencia los límites impresos por las a veces inevitables
diferencias-obviamente siempre bienvenidas por quien escribe-, pero fueron tal
vez esa fascinación que ejerce su obra en quien la aborda, ese orbe monumental
de amenos relatos y novelas, en algunos casos de un gran rigor histórico, y el
encanto enigmático de su conversación, herramientas que Manucho
utilizó perspicazmente para diseminar su mágica concepción de la experiencia a
quien se atreviese a cruzar el asombroso perímetro dentro del cual se guarecía.
Y volviendo al libro que nos ocupa, cabe señalar que esos hechizos lo habitan.
… … …
Cierro
este artículo rindiendo un homenaje a la experiencia del viaje, reformulada a
través de la mirada y la palabra de escritores, naturalistas o amigos
trashumantes, a veces escrita, a veces simplemente en forma verbal, en
definitiva, la palabra de quienes se atreven a recorrer el mundo trascendiendo
los límites de los soporíferos circuitos turísticos, y a descubrir las
múltiples singularidades que los caminos del planeta acuñan para quien se anime
a pagar el precio que siempre ha exigido lo no conocido…
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Retorno al Río, la misma música II
Has contemplado en sueños ese río,
desde esas otras alturas
la sagrada turbiedad de un viento transparente...
Te recobra el agua dulce
ferviente perseguidor de una sola música.
En ocasiones todo confluye en el sitio preciso,
los canales, Tarsila do Amaral,
la redimida pena de Chavela,
el Nebreska de Bruce Springsteen
traídos por quién sabe qué diáfanos vientos.
El río retorna, vuelve siempre,
contrario a esas huellas
que sentencian al escriba
a la ineludible búsqueda de un Tiempo perdido,
el río, el río, se sucede a sí mismo,
sanguíneo como la canción que brota,
creciendo águilas que huyen de las repetidas urbes...
Te recobra el agua dulce
En ocasiones todo confluye en el sitio preciso,
los canales, Tarsila do Amaral,
la redimida pena de Chavela,
el Nebreska de Bruce Springsteen
traídos por quién sabe qué diáfanos vientos.
El río retorna, vuelve siempre,
contrario a esas huellas
que sentencian al escriba
a la ineludible búsqueda de un Tiempo perdido,
el río, el río, se sucede a sí mismo,
sanguíneo como la canción que brota,
creciendo águilas que huyen de las repetidas urbes...
Te recobra el agua dulce
ferviente perseguidor de una sola música.
viernes, 14 de septiembre de 2012
Otra Inmanencia (versión extendida)
Se derrama,
se amontona,
se vacía,
se sumerge lo sutil en el
pequeño tiempo,
vierte inesperadamente su
inagotable hontanar
de cristalina magia.
Los antiguos navegantes,
esos que erraban entregando
un sueño
en otros puertos,
comprendieron al fin el arte
de la espera:
acarreará el manifiesto silencio
los poemas nuevos,
[los verdaderos artífices
aprenderán a conjugar septetos,
mares y magdalenas]…
lunes, 3 de septiembre de 2012
Palabra
Palabra, único y arbitrario
cómplice
del íntegro prestidigitador,
hábito insaciable de la
reiterada derrota.
Palabra, turbia, inagotable
claudicación del que ansía:
ansia que por ansia te
ansías inacabable
frente a la repetida
muerte,
recinto de lo invisible y
único,
caminar del virtuoso
perseguidor
del consustancial enigma.
Palabra, quien te busque
sigilosa,
penetrante, revelante,
relevante,
deberá indagar nuevamente en
el perenne secreto
que desprende la magia de
las uvas,
pues es la genuina
experiencia quien se oculta
tras la argucia literaria de
quien ama un río inatrapable,
un pez gigante,
un camino...
viernes, 24 de agosto de 2012
Antony and the Johnsons: "Cut the World" (La resignificación de lo sublime)
Precedido
por Antony and the Johnsons (2000), I Am a Bird Now (2005), The Crying
Light (2009) y Swanlights (2010), se ha lanzado este mes este nuevo trabajo de Antony and the Johnsons, la
agrupación liderada por Antony Hegarty, niño merecidamente mimado por los
geniales Lou Reed, Boy George y Björk, entre otros.
El
disco consiste en una selección de temas de sus álbumes anteriores con
arreglos interpretados por la Orquesta
Sinfónica Nacional de Dinamarca, grabados en directo en el Denmark
Concert Hall de Copenhague. Como material inédito se presentan los dos primeros
tracks, Cut the World, canción del espectáculo The Life and Death of Marina Abramovic, y un soliloquio llamado Future Feminism en
el que Antony expone una suerte de manifiesto sociológico, político y
religioso, arraigado en su defensa de la femineidad como cualidad a rescatar,
lejos de arribar a lo cursi o lo frívolo con que se suelen postular estas
cuestiones en los tiempos que corren.
Hemos escuchado en los últimos años una numerosa cantidad de propuestas “sinfónicas”, en
las que músicos de diversas vertientes del rock y géneros adyacentes han hecho
gala de un desmesurado sinfonismo maximalista, en donde pareciera que en todo
momento se quisiera remarcar el salto a una instancia superior en materia
musical, cuando lo que en realidad debe pretenderse de un arreglo orquestal es
que se ajuste al tema en cuestión y que no haga que este pierda su esencia. Cut the World no responde para nada a ese remilgado parámetro, todo lo
contrario, los arreglos de Nico Muhly,
músico académico contemporáneo que ya había colaborado con Antony and the
Johnsons en los discos The Crying Light y Swanlights, Rob Moose,
guitarrista y violinista que forma parte del grupo, Maxim Moston, también
integrante de la banda y del mismo Antony Hegarty, suponen una lúcida
resignificación de este recorrido por lo mejor de la discografía anterior.
La
interpretación vocal de Hegarty es verdaderamente sublime. En su reseña para allmusic, Thom Jurek escribió que: “estas
versiones se elevan a algo comparable a
la oración”.
Para
el tema Cut the World se realizó un video dirigido por Nabil Elderkin y
protagonizado por Willem Dafoe. Aparece también la performer serbia Marina Abramović, quien se
autodenominó en algún momento “abuela del arte de la performance”.
Video de "Cut the World"
jueves, 16 de agosto de 2012
Poema Nro. 24, Perdidos, La Frontera (A Severo Sarduy)
Un hombre casi sin
alma
levanta un cuerpo de
plástico;
los colores se
derriten
en un recinto que se
desvanece en el olvido.
Ni un solo escrito,
ni un solo indicio
prometiendo la
inmortalidad
de un alma que se
escurre
entre rojos, naranjas
y fuego.
Hago magia susurró
anoche Gisselle:
la del más enorme
tesoro,
inventora de una
cofradía
que se esfuma en el
humo:
sus palabras desaparecen,
se ahogan en una plañidera súplica.
lunes, 30 de julio de 2012
Las únicas palabras
Crecen como crecía entonces la nieve,
se esfuman, se diluyen como la espuma.
Las horas, las horas arrastran ese enfático devenir
de vientos que borran las huellas del silencio.
Las únicas palabras emergen,
consumación de lo cristalino,
capitulación de un fuego que se agiganta,
descubre en su interminable humear de nuevas épocas
ese triste y reiterado andar.
Andar entre hielos que pugnan por sostener el prodigio:
mueren los cerezos
para luego despertar
al tibio agasajo de la multiplicación…
Crecen como crecía entonces el viento,
cuando arrastraba la intolerable bruma
hacia regiones predestinadas
al embrujo de las perpetuas flores.
Las únicas palabras emergen,
símbolo desafiando al símbolo,
dejando al descubierto la acendrada significancia.
martes, 24 de julio de 2012
El mar, el invierno y el hombre
Una brisa helada le surcó cara.
La playa y la ciudad desplegaban una diáfana soledad.
Se arrellanó al final de la escollera
envuelto en una casi invisible bruma
y observó a las piedras cubiertas de un utópico verde.
El agua había trepado incansable durante décadas,
componiendo una escena atrapada por primera vez:
ceñidas por una reunión de millones de diminutas esmeraldas
las rocas exhalaban una letanía tras la partida de la blanca y salada efervescencia
(todo te sobrevendrá, tras la dimisión,
una involuntaria memoria traerá consigo la primera y relegada resonancia...)
Anochecía;
mientras él caminaba de regreso,
recordaba el mundo,
y el canto más esencial
regresaba al abrigo de la renovada espuma.
sábado, 30 de junio de 2012
Sudestada
El almuerzo en
casa del tío Alberto había terminado. Era habitual, casi una regla curiosamente
inexorable, el hecho de que sobraran enormes cantidades de comida. Sobre la
mesa, circundados por unas cuantas moscas que habían resucitado en medio del
invierno, interrumpido repentinamente por unos cuantos días de un fuerte viento
norte, los platos y bandejas ofrecían su contenido casi intacto en algunos
casos, a los comensales que bajo una parra raquítica, iban disminuyendo involuntariamente
la intensidad de su conversación.
Se levantó sin
generar el más mínimo comentario por parte de ninguno de los circunstantes
–casi nunca lo hacía-, atravesó la casa, y ya en la vereda, comprobó que la
rotación del viento al sudeste, iba devolviéndole al día ese fresco plomizo de
finales de junio. Tío Alberto vivía en la última calle antes de la barranca,
uno de esos barrios cuasi fantásticos de la ciudad en donde los naranjos, un
horizonte interminable visible desde esas considerables alturas, y la vista del
río, facilitaban la recuperación de ciertas necesarias convicciones. Bajó la
barranca por la calle que comunicaba la ciudad con los clubes náuticos. No
necesitó mostrar el carnet al portero de su club. Pereira la conocía de chica.
Una vez adentro, comprobó que casi era la única socia en el lugar, sólo en la
dársena donde se guardaban los yates, alguno que otro solitario futuro
navegante, limpiaba cubiertas, pintaba, o simplemente pasaba la cada vez más
ventosa y fría tarde en esa embriagadora y suave flotación enmarcada por los
sauces aporreados por la sudestada.
Fue hasta el
galpón en donde se guardaban los guigues, entregó el carnet al marinero -que la
observaba desde una silenciosa y distante parquedad- y retiró una canoa de las
que se encontraban amarradas en el canal que comunicaba la dársena con el río.
El Paraná de
las Palmas a esa altura de su trayecto tiene poco más de cuatrocientos metros
de ancho, se pueden apreciar perfectamente los detalles de la costa de la isla
con la que la ciudad se contrapone. Sin embargo, a pesar de no tratarse de esos
sitios en los cuales los caudales son mayores, haciendo más previsible la
cólera del agua ante el azote de los vientos, el hecho de que el río discurra
de norte a sur, hace que las sudestadas con sus ráfagas choquen con el torrente
que baja, produciendo un tipo de ola caótica de una altura significativa, cuyo
movimiento, provoca que las pequeñas embarcaciones se zamarreen de forma
notable. Ella amaba exponerse a ese riesgo, el cual necesitaba, para
prolongarse, que la canoa fuera conducida hacia el norte, por la margen
contigua a la isla, ya que ahí la resistencia de la bajada del río es mucho
menor, y remar la mayor cantidad de kilómetros posible en esa dirección, para
luego ubicarse en el medio del brazo, y ayudada por la corriente contraria al
viento, aventurarse al enojo de la bajante interrumpida por el fuerte
torbellino que arreciaba en sentido contrario.
Tal vez…
Rema, cruza el
río como otras tantas veces, el gran movimiento hace prever lo exitoso de la
empresa, piensa en cómo verá, como otras tantas veces, levantarse la proa de la
canoa para luego estrellarse sobre la superficie y dar con una nueva ola,
piensa sobre todo en la expectativa inexplicable que experimenta entre una y
otra embestida. Apunta al muelle donde el viejo Manuel en muchas oportunidades conversó
con ella, le alcanzó agua fresca, dejó entrever los avatares de la soledad. En
una ocasión, no tuvo que cruzar más de dos o tres frases con él para darse
cuenta de su borrachera. Era una tarde calurosísima, de esas que se recordarían
por décadas. Llamó a Manuel desde el muelle y este apareció por entre un
pequeño montecito ubicado en el terreno vecino. La mirada del tipo era otra,
ella no podía descifrar los motivos, digamos que no en su totalidad, porque es
indiscutible esa singular sensación de extrañeza que nos invade cuando estamos
prontos a experimentar en breves instantes algo que en nuestras vidas
representará un hito: el descubrimiento de una vocación, el conocer a alguien
cuya influencia cambiará nuestra vida para siempre, la inminencia del primer
polvo, incluso me atrevería a anticipar que la inmediatez de la muerte. En este
caso era probablemente la primera prueba de sus facultades para ejercer esa
inconsciente fascinación que la acompañarían perennemente.
¿Le daba la
impresión o estaba siendo tan vulgarmente seducida por ese hombre en relación
al cual había desarrollado sentimientos cifrados netamente en una infantilidad
deseosa de ser apañada? Y punto, todo lo demás…
Tardó meses en
volver a pasar por la casa de Manuel. Cuando lo hizo, este no parecía recordar
el tan engorroso affaire. Preguntó con una honestidad impoluta –así le pareció
a ella- acerca del porqué de tanto tiempo de no visitarlo. Luego de esa tan feliz
constatación, la relación volvió a discurrir por los cánones sobre los cuales
se había forjado en sus inicios.
Quizás, quizás si…
Rema, la
sudestada cada vez más impetuosa sacude los sauces que ya pueden verse tan
cercanos. Las nubes parecieran estrangularse para no soltar un aguacero
contenido. Pasa junto al muelle de Manuel. Nadie a la vista. La resistencia de
la corriente en bajada ha disminuido, desde acá, cada remada es ganancia, es
promesa de la prolongación de la aventura que la espera cuando se entregue,
cuando el río haga lo suyo.
Acaso, acaso si ese, si esa…
Rema, el canal
Trinidad no está tan lejos, ya pueden verse en la costa opuesta las viejas
construcciones con las cuales esa ramificación, esa misteriosa tangente
acuática confronta. El tío Alberto le ha prevenido en varias oportunidades, de que
cuando ande por el río, se mantenga lejos del canal Trinidad, pues la vuelta de
Lucrecia está muy cerca: “nunca te acerques ahí, pasan barcos muy grandes, aparecen
de golpe, vienen bajando, y si te acercás demasiado, las hélices que succionan
todo, te pueden arrastrar a vos y despedazarte. Es una muerte espantosa,
imaginate bordear el casco del barco sabiendo que te esperan esas hélices, no
hay escapatoria. Fijate cómo cuando estamos en el club y pasa un buque de esos
el agua se retira de la playa, …, es el agua que chupan las hélices.”
En la ciudad
solía comentarse que Trinidad había sido navegado por experimentados remeros,
por avezados pescadores, sin que ninguno de estos pudiese dar con la salida del
canal al otro brazo del Paraná; se narraban infinitas circunstancias en las
cuales, por diversas razones, los navegantes habían tenido que desistir y
desandar lo ganado a esas quietas y oscuras aguas. Ella también había intentado
internarse en esa suerte de túnel techado por enormes sauces que entrelazaban
sus ramas, formando una especie de cobertura agrietada por la cual, en los
mediodías claros, el sol proyectaba algunos haces que clareaban el agua en
pequeñas parcelas. Pero los camalotes habían conformado una barrera
infranqueable, la habían hecho replegarse, volver a la ciudad, al insoportable
aburrimiento estival…
Piensa que
diecisiete años son poco, que ya tendrá oportunidad de develar el misterio.
Tal vez, si, si eso no apareciese, tal vez al día
siguiente las horas en el colegio no retornarían con ese mismo, ese…, tal vez
Carolina volvería a sentarse junto a ella, le explicaría los motivos de su tan inconcebible
alejamiento. Podría gozar en silencio de un nuevo ataque de asma de Mauricio,
circunstancia que lo alejaría por un par de semanas, que evitaría, …, las
palabras, condenadas palabras, tal vez el nuevo profesor de educación física se
guardaría sus consejos, …, carita de boludo tratando de gustar, de volverse un
héroe en un tan evidente mundo de idiotas…
Rema, decide
entrar al canal del cual los camalotes la desalojaron aquella vez. El agua es
de un marrón casi negro, pero extrañamente se advierte cierta transparencia,
una transparencia que el marrón claro del brazo que ha abandonado nunca poseyó.
Siempre tuvo que esperar largos meses para reencontrarse con el mar (hablando
de esas añoradas transparencias), con su cristalina renovación, con la brisa,
con la acuática recuperación de una fe perdida a lo largo de las horas. Decide
intentar una inserción más prolongada. Hay instantes en los que se recobran
ciertos fervores, son cada vez menos frecuentes…
Quizás, si esa enorme y estruendosa monstruosidad no
surgiese, quizás dentro de un par de años reuniría la voluntad y el ardor suficientes
para reivindicar su pasado en un puñado de aceptables poemas, …, es tan
tranquilizador poder alejarse sin haber dejado de dar testimonio. Quizás en
menos de una década abandonaría el río y se lo llevaría por siempre con ella, lo guardaría celosamente,
allí, donde señorea la extravagante incertidumbre de los sueños.
Se detiene en
un muelle. Puede verse una casa con aspecto de abandono. Ata la canoa al muelle
y se recuesta sobre el piso. Usa el grueso abrigo de almohada. Las nubes se
precipitan hacia el norte, como escapando del fin de los tiempos. Se oye el
crujir de los troncos de los sauces enormes. Son tan placenteros el arrullo del
canal, el amigable vaivén de la pequeña embarcación, la contemplación de la
nubosidad escapando hacia regiones más templadas.
Acaso, si esa rugiente mole no emergiese
repentinamente, acaso llegaría a la adultez habiendo encontrado alguna certeza,
acaso, si eso, si eso no compareciese tan de repente, atrayéndola inevitablemente,
un vórtice tan poderoso, imposible de sortear, acaso hallaría aliados para
vivir la tan soñada desde su infancia vida de bohemia, compañeros de ruta,
seres capaces de dejarlo todo para ir tras el embelezo del camino, del
desierto, para marchar en busca de otras aguas.
Rema, ha
decidido volver, a finales de junio los días son tan cortos y no lleva reloj
consigo. Ya está en el río, se dirige hacia el centro del brazo para exponerse
al desordenado y fantástico oleaje de la sudestada. El cielo está de un gris
fabuloso, las nubes suspendidas parecieran poder tocarse. Ese viento con tanto
carácter, tanto imaginario marítimo, es hoy más fuerte que nunca. Empiezan a
caer algunas gotitas, muy pequeñas, pero dada la velocidad de las ráfagas
pinchan su cara, cosa que le agrada.
Está en medio
del río, un buque colosal aparece repentinamente por la vuelta de Lucrecia…
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