se amontona,
se vacía,
se sumerge lo sutil en el
pequeño tiempo,
vierte inesperadamente su
inagotable hontanar
de cristalina magia.
Los antiguos navegantes,
esos que erraban entregando
un sueño
en otros puertos,
comprendieron al fin el arte
de la espera:
acarreará el manifiesto silencio
los poemas nuevos,
[los verdaderos artífices
aprenderán a conjugar septetos,
mares y magdalenas]…