sábado, 18 de junio de 2011

Poema Nro. 2, Las Luces Involuntarias, La Frontera

Luces involuntarias

alumbran el ingrávido mundo

en que andar entre sepulcros

-un futuro que se recuerda–

se ha vuelto puerta.



La puerta de un mundo propio

parece haberse abierto:

descubro mi cara de niño pájaro

en el espejo de un alma

que de tan cansada de andar en las sombras

ha comenzado a despertar a la mejor de las muertes.



El olor de tu sangre,

el crujir de tu viejas y frágiles venas transparentes

-te has vuelto un fino cristal que resuena sin verse–

se confunde con la tenue luz

del más neutro de los mundos.



Las luces involuntarias

se han encendido para atisbar el halo

de tus antiguos pasos.

Somos tan viejos como el más viejo de los átomos:

hemos muerto tantas veces

que el matar se vuelve un resoplo de chico

que vuelve a su casa

en busca de la mano de una madre:

las más tierna de las asesinas,

en busca de la voz de un padre:

el más idiota de todos los hombres.