lunes, 20 de marzo de 2017

Elle: abuso y seducción, de Paul Verhoeven





En su primera película en habla francesa, el director de RoboCop y Bajos Instintos logra un tándem proverbial con Isabelle Huppert, actriz que llegó inesperadamente al proyecto tras el rechazo del papel de sus célebres y horrorizadas precursoras.

Cuatro fueron las actrices que rechazaron encarnar a Michèle Leblanc en el último trabajo de Paul Verhoeven basado en la novela Oh... de Philippe Djian, convertida en guion cinematográfico por David Birke. La nómina la integran Julianne Moore, Nicole Kidman, Diane Lane y Sharon Stone (quien trabajara previamente con el director holandés en Bajos Instintos y en Total Recall). Lejos de sentir desaire alguno por los intentos del realizador de seducir previamente a esas actrices más relacionadas con el cine de Hollywood, Isabelle Huppert se puso al hombro el dificilísimo desafío, y los resultados le valieron a ella una nominación al Oscar por "Mejor Actriz Protagónica" y a la película, un Globo de Oro al "Mejor Film Extranjero". Este derrotero con final feliz no fue el primer revés que Hollywood le propinó a Verhoeven. A raíz de la notoriedad que tuvo en 1977 El soldado de Orange, la Fox pensó en él para rodar la segunda parte (Episodio V) de La Guerra de las Galaxias. Pero un hilar más fino respecto de los antecedentes del director (quien cuenta en su formación académica con un doctorado en Física y otro en Matemáticas por la Universidad de Leiden), hizo desistir a los productores de encomendar el proyecto a alguien que ya había hecho en ese entonces de la provocación y la revulsividad, parte substancial de su forma de filmar. 

No sería exacto por su parte decir que Elle es una película sobre una mujer violada, si bien, la primera escena es la de una violación observada indiferentemente por el gato de la víctima (primera incursión de una ironía que sobrevuela de manera constante la historia). Pero debe aclararse de antemano, que se trata principalmente de una comedia, oscurísima, pero comedia al fin; y vista desde ese punto, acaso sea mucho más accesible la puerta de entrada al universo personal de Michèle, ejecutiva que araña sus cincuenta, empresaria de éxito en la industria de los videojuegos, con un pasado que a lo largo de la cinta irá develándose y explicando el porqué de las tan singulares reacciones del personaje ante los dilemas que la trama le va planteando. Lejos de recurrir a las autoridades, de llamar a alguno de sus familiares o amigos, a algún compañero de trabajo, la "víctima", tras la partida del atacante, limpia los restos del desastre y llama a un delibery para pedir sushi. Y con esta frialdad se la verá en los días subsiguientes a la violación en su relación con sus vecinos, con su exmarido, con su madre anciana a la que encuentra en su casa con un taxiboy (no dejando nunca de remarcarle el petetismo del affaire), en su vínculo con un hijo por el cual manifiesta no tener el más mínimo instinto maternal, en su reacción insípida ante el nacimiento de su nieto, en sus idas y venidas con sus amantes (de ambos sexos) y logrando reunir a toda esta fauna de personajes a festejar la navidad, aprovechando la ocasión, entre otras cosas, para hacer gala de su atávico anticlericalismo. No obstante se insiste con el pasado, sin ánimos de adelantar detalles, todo este despliegue de acciones y reacciones desconcertantes, irá encontrando su porqué a medida que pueda ir sopesándoselo con la vara de ese ayer lejano de la niñez, tan importante en la vida de Michèle Leblanc. 

Manifestó el director en una entrevista realizada por Philip Adams haberse visto en varios momentos del rodaje sorprendido por la compenetración de Huppert con el papel: "En una escena de violencia, en lugar de detenerse como estaba previsto ella siguió, de manera que en lugar de pedir corte yo dejé seguir, comprendiendo que teníamos la escena siguiente. Ella había integrado toda la escena en un plano-secuencia, como si un demonio hubiera tomado posesión de la película. Era como si el personaje le indicara hacer cosas que no estaban en el guión. Escenas que estaban en la película, pero en otro orden, o escritas distinto. Era como si ella misma tomara ciertas cosas de la película fuera de control, a través de su personaje, que funcionaba como un médium." Y muchos serán los desafíos que los días posteriores al ataque enfrentará este personaje -que lejos está de permitirnos concebirlo como una víctima-, ya que varias víctimas inesperadas irán anotando puntos en su prontuario, como si se tratase de uno de los videojuegos de la empresa cuyas riendas comanda. E incluso una de estas caídas, acaso la definitiva y capital del derrotero, podría interpretarse como el giro borgeano de la novela de Djian, obra que no ahorra causticidades en sus cuestionamientos a los tradicionalismos familiares, institucionales, sexuales y religiosos. Eviten la frustración de sentir que fueron a ver un thriller, un policial o una película cuya heroína se sobrepone al hecho de haber sido ultrajada en lo más íntimo de su identidad femenina. Vayan a ver una comedia, de eso se trata Elle primordialmente.