sábado, 25 de junio de 2011

Lisandro Aristimuño

Muy pocas veces, los que solemos curiosear qué es lo que está pasando con la música, nos encontramos con un fenómeno que transgreda la frontera de lo esperable. Hoy en día la tecnología nos posibilita el acceso casi inmediato a tanto material que la sensación que uno siente es realmente abrumadora. Sin embargo, casi siempre, las nuevas bandas y los nuevos discos no logran conmovernos. Tal vez debamos a las facilidades que nos acerca esa misma tecnología la multiplicidad de fenómenos musicales que se producen, dado que actualmente no se vuelve una proeza el poder materializar un disco, y existen espacios virtuales en los que mostrar lo que se muestra de manera muy accesible.

Es probable que este vasto universo de expresiones, no constituya otra cosa que la densidad necesaria de un contraste, para que desprendidas del contexto general, emergan luces como la de Lisandro Aristimuño. Como tantas, me llegó la discografía de Lisandro en el pen drive de un amigo, entre decenas de discos que rápidamente eliminé de la memoria de mi computadora, pero con su música claramente se siente la sensación inmediata de estar ante algo de verdadera trascendencia. Es como nos pasó la primera vez que escuchamos a The Velvet Underground, a Liliana Herrero, a Radiohead o a José Larralde, sentir la sensación de estar ante expresiones inspiradas, honestas, hechas en el momento justo y con la capacidad de permanecer en el tiempo sin perder un ápice de su naturaleza representativa.

Sería muy difícil conceptualizar de manera precisa la música de este compositor nacido en Viedma (ciudad que entre paréntesis les recomiendo conocer). Yendo al punto de lo netamente musical, uno se encuentra con una sensibilidad capaz de congeniar inteligentemente orquestaciones que son una síntesis de aires folklóricos argentinos, elementos thomyorkeanos, percusiones precisas y armonías inteligentes sin intención de exhibicionismos protojazzeros. 
 
Las letras son un capítulo aparte, pues para quien escribe, lograr la sutileza de expresarse renovadamente a través de la palabra es algo muy difícil. Las letras de Lisandro son una suerte de prestidigitación capaz de atrapar epifanías, naturaleza, la magia de los pequeños grandes momentos, y de abordar el tema del amor opuesta a la cursilería romanticoide de algunos músicos latinos y vernáculos que padecemos a veces inevitablemente, por ejemplo en la sala de espera del médico, no me digan que no les pasó, no es espantoso?

Su discografía consta de cuatro discos, Azules Turquesas (2004), Ese Asunto de la Ventana (2005), 39º (2007) y Las Crónicas del Viento (2009), pero se me hace difícil escindir uno de otro, son como el sutil testimonio de una continuidad musical inteligentísima, un verdadero viento fresco del sur portador de transparencias en las que el arte vuelve a mostrarse como algo posible en medio de la repetición de la vorágine posmoderna.

A continuación les añado un video de una versión en vivo del tema El Plástico de tu Perfume (del disco 39º), con una invitada de lujo, Liliana Herrero, que lo disfruten…



jueves, 23 de junio de 2011

Poema Nro. 2, Amelia, La Frontera


 Cargas un viejo santuario

y un tiempo que escapa furtivo,

sólo te encuentra para atravesarte:

nos hablan, nos caminan, hasta nos piensan Amelia.

Ay de nosotros no poder robarte del tiempo.

El mundo suena en tu ventana

y cierras las puertas:

tanta gente cargando el peso

de una alegría finita.

Corren sin percatarse estos muertos,

corren con su derrota a cuestas.

Una anciana despertó por última vez,

camino solo…,

llevo en mis pasos su último aliento.

miércoles, 22 de junio de 2011

Días de Perro

Una melodía

copiosa de líquidos imaginados

sobrevuela las afueras de Viena.

Un mundo moderno de antiguas plagas

emerge constante en el tumulto,

consolida, amenaza,

navega crudo sobre ríos de cadáveres.



Seco los trapos que ocultaron tus excesos,

saco pases para que dejes la niebla:

siglos de nieblas sin vientos que arrasen la nada.



Tus inútiles sahumerios

encendidos en verano

estallan,

agravan el verano la espera los días.

lunes, 20 de junio de 2011

Poema Nro. 3, Perdidos, La Frontera (versión extendida)

Y somos como el brillo torrente hirviente.

Brilla mientras las dóciles bestias

yacen bruces atónitas contra hielo.



Somos como la muda sombra,

insomne delgadez olvidada,

toca pero no lastima al hombre que ríe

ante tus vanos pasos.



Todo lo que recuerdan

tus últimas frases

en el fin, el fin de tu tarde siempre tarde,

quizás bastara una simple cuarta,

un falso profeta serpiente,

un algo de plástica y anodina magia…



He gritado inútilmente

ante estos oscuros fantasmas, 

descendido barrancas hacia un río 

al que me vi forzado a traicionar

antes de recorrer esos lóbregos espejos 

que aguardaban bajo esas simuladas noches.



Una enormidad de décadas

me ha colocado ante aguas menos confiables.

El fin de tu tarde siempre tarde

me convierte en pájaro bajo esos cielos de fuego,

pues ya no amo la sal, 

ya no amo algunas voces,

ya no amo recordar la llanura,

el verde encantamiento...

sábado, 18 de junio de 2011

Poema Nro. 2, Las Luces Involuntarias, La Frontera

Luces involuntarias

alumbran el ingrávido mundo

en que andar entre sepulcros

-un futuro que se recuerda–

se ha vuelto puerta.



La puerta de un mundo propio

parece haberse abierto:

descubro mi cara de niño pájaro

en el espejo de un alma

que de tan cansada de andar en las sombras

ha comenzado a despertar a la mejor de las muertes.



El olor de tu sangre,

el crujir de tu viejas y frágiles venas transparentes

-te has vuelto un fino cristal que resuena sin verse–

se confunde con la tenue luz

del más neutro de los mundos.



Las luces involuntarias

se han encendido para atisbar el halo

de tus antiguos pasos.

Somos tan viejos como el más viejo de los átomos:

hemos muerto tantas veces

que el matar se vuelve un resoplo de chico

que vuelve a su casa

en busca de la mano de una madre:

las más tierna de las asesinas,

en busca de la voz de un padre:

el más idiota de todos los hombres.

viernes, 17 de junio de 2011

Poema Nro. 1, Las Luces Involuntarias, La Frontera

Transita la oscuridad,

la lujuria de un sueño:

todo lo púrpura se apaga,

despiertan los que andan… simplemente andan.



Ay de las bestias que se pierden,

navegan sin rumbo hacia el fin de los tiempos.



Tan invencible la puerta del mundo,

el mundo de los olvidados muertos.

Vuelve una de aquellas madres:

esas que duermen al resguardo

de las peores sombras.



Los que a menudo despertamos

velamos una sombra:

esa tierra de huesos y carnes… de huesos y ladrones. 

miércoles, 15 de junio de 2011

Poema Nro. 10, Perdidos, La Frontera

Un alma atrapada,

un monstruo que ríe.

Vuelvo con ustedes

padres de alguna forma.

Si me atreviese a contarles:

caminamos sobre una siniestra sombra,

duermen en su sed los mejores hombres.



Una sombra en esa frente

puede ser el principio del fin.

Quizás el desierto no espere otra cosa de mí:

horadan este antiguo cielo aquellas voces.

¡Cuánto ha durado lo pequeño, lo insignificante!

Sólo puedo depararles el mayor de los sueños:

yo, el que llora en silencio

la sumisión de los caballos.

martes, 14 de junio de 2011

Poema Nro. 5, Perdidos, La Frontera

Disponemos de tanto sol.

El día quedó atrapado en una ácida nota:

se parece a la reberveración

tras el eterno adiós de los ausentes.



Alguien vuelve sin quedarse,

alguien habla sin los ojos,

alguien canta a mis espaldas

como canta el agua cautiva.



Perdidos, perdidos en los viejos puentes,

amantes de otras vidas,

buscando puertas a tientas.



Busco una vía,

    un silencio,

        un sonido,

            una tarde,

                busco un eclipse en un mágico río.

sábado, 11 de junio de 2011

Poema Nro. 20, Perdidos, La Frontera (versión extendida)

Cuánto más vívida

agua verde de los sueños,

cuántas más piedras de esa calle,

esa eterna mañana que me invade

y escapa cuando vuelve el mundo,

cuánto más precisa mi humana infancia.



Vivo ante dioses enormes,

ando entre murallas de acero,

pequeñas puertas

plagadas de trampas para valientes.



Deseo no olvidarte mañana,

mañana de heladas luces.



Vaga este deseo encumbrado 

por los las Señoras de la noche,

se hace vuelo, flotación, 

deslizar por aquellas veredas insólitas

a las que llegaba el mundo

cabalgando un viento transparente. 



Deseo no olvidarte mañana,

mañana de heladas luces.

miércoles, 8 de junio de 2011

Poema Nro. 7, Música Para Matías, La Frontera

Un camino caminado

con una pesada carga:

el pan que hacen mis manos

embebido en esa espesa sangre.



Necesito llegar a casa,

seguir existiendo a sus espaldas.



Hoy el camino se llenó de gotas

que flotan.

El recuerdo de una imagen

proyectada en un utópico futuro,

se desvanece. Unos ojos que supieron

atrapar la luz de mi llama exangüe,

una cara sonriente: se disuelven

en las gotas que flotan en el aire.

lunes, 6 de junio de 2011

Poema Nro. 13, Retorno, La Frontera

Cierto que desapareces,

que se sumerge tu imagen.

La antigua certidumbre del mar

que te sigue despojando en mi recuerdo:

cierto que despierto a lo cierto,

despierto a un sueño de eternos retornos,

cierto que lo cierto quema lejos del río.



Vivo para quien quiere partir inconscientemente.

Tan difícil matar a quien atraviesa con sus ojos:

una fortaleza tan frágil que el mundo aterra,

el mundo donde lo cierto es cierto,

donde las sagradas visiones,

los sonidos no creados,

se pierden en la furia cotidiana. 

domingo, 5 de junio de 2011

Poema Nro. 1, Retorno, La Frontera

Las presas de la madre de Tobías

no cantaban en vano,

algo las llevaba a arrastrarse

en torno a esa mujer obesa

celando a su hijo.

 En un sitio donde las casas caían

al paso de un viento fuerte,

ganarse el guiño de esos despojos

embutidos en telas de fibras chillonas,

ganarse el valor preciado

de una soledad

en la cual matar inocencias,

valía el precio de una vida perdida:

esos siglos de tiempo vacío de savia.

Hacía falta un sitio en el cual guarecerse

y amar furtivamente,

amar a un ido del tiempo,

a un paseante fugaz

rozando una vieja y cansada mano.

viernes, 3 de junio de 2011

Sobre ríos, el sueño y Hawthorne...

   He soñado bastante, desde hace tiempo vienen tan claros en su apagada turbiedad esos ríos, esas embarcaciones que me han revelado sitios que hoy ya no puedo representarme irreales. Además de los ríos existen para mí dos Buenos Aires, uno que bulle atroz, que arrastra consumidores por las calles, esos inconscientes asesinos de paraísos perdidos; pero hay también otro, uno que duerme, duerme infinito en un eterno amanecer, sólo algunos sutiles caminantes parten conmigo, preñados de eternidad, hacia las aguas, infinitas aguas donde confluyen esas amigables voces que despertaron mi curiosidad por la ficción, que es una forma bastante insolente de aludir a lo único real que permanecerá cuando la maldita alucinación cese por completo. Hawthorne es un enigma a develar, un secreto guardado en una antigua y enorme construcción que abre sus puertas cuando esos incipientes y amilanados soles se quedan suspendidos eternamente en una noche que resiste victoriosa, perpetuando ese sueño que retorna inclaudicable...