sábado, 30 de abril de 2011

Sabato, el sujeto




Hoy, a pocos minutos de haberme despertado, una voz en la radio, que había quedado prendida toda la noche, me comunicaba la muerte de Ernesto Sabato. “Por un par de meses no llegó a los cien años”, pensé, quizás inspirado por ese tópico un tanto estúpido, de concebir este universo que nos rodea, en función de nuestras conceptuaciones y cuantificaciones. Como el fallecimiento databa de horas, la única forma de enterarse de las repercusiones era acudir a los portales de Internet o a la tele. Hice un paneo por los canales de noticias hasta encontrar el primero en que se estuviesen recogiendo testimonios en relación con el fallecimiento del escritor. No tuve que saltear más que dos o tres canales hasta desembocar en uno en el cual había uno de esos periodistas de calle a los que llamamos noteros. El “notero”, se encontraba en la vereda de la casa de Sabato, rodeado de vecinos ávidos por emitir sus palabras de despedida y sus recuerdos a la audiencia. Por otra parte, en el estudio, seguramente los teléfonos ardían y los opinadores harían cola para comparecer en su público homenaje.

Es muy interesante observar hasta qué punto, los medios de comunicación, y entre ellos, predominantemente la televisión, obligada a construir urgida por la lógica de la inmediatez, han aceitado los resortes para transformar prácticamente cualquier hecho público, en una oportunidad de retroalimentar, de sumar protoargumentos, tendientes a ratificar las ideas que pretenden instalarse como valores absolutos desde esos soportes, repito, sobre todo los televisivos y los radiales. Es también muy curioso observar a estos “noteros” y su casi metafísica capacidad de crear en torno suyo, una suerte de metaintelecto cuya función es la de hacer decir a los improvisados hablantes que van pasando por el micrófono, lo que desde el medio (oficialista u opositor) se quiere que se diga, y lo que desde el medio se quiere que se omita. Los invito a hacer el ejercicio de cuán pocas veces esta inercialidad es rota por algún indeseable entrevistado.

Uno a uno, los vecinos y vecinas del barrio iban pasando por la pantalla, y en entradas de cada cinco a diez minutos, el periodista que se encontraba en el estudio, interrumpía al “notero” quien rápidamente se las arreglaba para arrebatarle el micrófono a alguna vecina con cara de haber sido sorprendida por el evento en su trayecto al almacén del barrio, para dar paso al estudio en el que en línea, algún reconocido intelectual, funcionario o político, brindaba su sentida despedida al escritor. 

Ernesto Sabato, no sabremos ya si debido a su salud malograda o a su decisión, no participó públicamente de las discusiones y debates que en este tiempo se están dando en nuestro país, por eso creo importantísimo como humilde lector de algunas de sus obras, preservar al sujeto Sabato, de los intentos canallescos de apresurar una biografía forzada que sirva por un par de días para que cierta prensa, que hubiera sido despedazada intelectualmente por una versión 2011 de Hombres y "montajes" -en rigor debe decirse que las parcializaciones y las para nada incidentales incongruencias les caben no sólo a los supuestos periodistas "corporativos"- capitalice una obra de universal implicancia en función de especulaciones de coyuntura.

Marcel Proust, en su refutación al método crítico de Sainte-Beuve, argumentaba que las biografías solamente daban cuenta del yo social de un escritor, que para acceder al sujeto-escritor o al sujeto-artista, había que hacerlo a través de sus obras. Las cartas, los testimonios, las especulaciones ideológicas acerca de la vida de un escritor, no tienen la posibilidad de arribar a ese universo sutil, verdadero testimonio de su yo, que queda asentado en sus obras.

Yo quisiera que el yo-Sabato permanezca inmune a las estratagemas editoriales que seguramente se van a tejer en estos días, y humildemente recomendaría a los que no lo hayan leído, buscarlo en sus obras, sugeriría hurgar, en lo literario, en su El túnel, en Sobre héroes y tumbas, su Carta al querido y remoto muchacho, y en lo filosófico en Uno y el universo y Hombres y engranajes. Hay también una extensa conversación con Carlos Catania en los años ochenta y que dio lugar al libro Entre la letra y la sangre.

Sabato fue para mí la puerta de ingreso a muchos escritores que marcaron mi manera de ver y sentir el mundo, y espero que para los que estén leyendo este homenaje improvisado y no conozcan sus obras, también lo sea…  

martes, 19 de abril de 2011

MALDITA HERMANA DEL ALMA

Nos vivimos a tientas, ilustramos las madrugadas que traicionan la locura de desearlas eternas. Nada viene a rescatarnos a través de la malditas palabras... Gracias Alejandra, hermana del Tiempo...

sábado, 9 de abril de 2011

En Tiempo Real "Umbrales"

   Has caminado abrazando una helada brisa, trasladado demonios que disuenan disonantes voces, recordado inútilmente, arrastrando una fobia de inocuas guitarras, acariciado a una bestia que en un segundo dispuso hincarse ante tu niño muerto, has cantado en silencio el frío de Caroline, sepultado esos cadáveres que resucitan cuando se anuncia la breve noche, añorado el desconocido desierto, recordado esas mil espaldas hundidas en el sepulcro inevitable del tiempo muerte, has caminado como esos fieles que en primavera respiraban su gratitud a los dioses que sobreviven en el violeta de septiembre, desnudado tu miseria a cada paso, llegado al punto desde donde se recrea posible la aventura, ..., has desistido nuevamente, has recobrado la infamia de lo cotidiano, has dilapidado el hechizo de los arrabales nuevos...