Mundo Anfibio es el quinto
disco de Lisandro Aristimuño, verdaderamente esperado por quienes consideramos
a este músico como uno de los artistas más interesantes que han surgido en los
últimos tiempos. ¿Por dónde empezar? Si uno se detiene en sus primeros trabajos
advierte una suerte de sutil trama conceptual que pareciera cristalizar en este
disco; pero más allá de eso, la renovación y la toma de riesgo no pasan para
nada desapercibidos, es más, es como si se cerrara el círculo de esa seguidilla
conformada por Azules Turquesas, Ese Asunto de la Ventana , 39º y Las
Crónicas del Viento.
Mundo Anfibio es una expansión,
desde todo punto de vista, una expansión en las orquestaciones, en lo menos
guitarrístico pero mucho más electrónico, sin caer en innecesarios vicios de
estilo, una expansión que irrumpe en nuevos terrenos sin hacer que por eso los
temas pierdan la esencia de canción, al menos en su mayoría.
Vivimos en épocas en donde la
conjugación de todo con todo, musicalmente hablando, se ha vuelto en ciertas
ocasiones una suerte de mala praxis, que acaba haciendo de algunas expresiones
musicales un híbrido inasible. No es nada fácil amalgamar lo tribal, lo
orquestal, las convenciones armónicas provenientes principalmente del rock y
del folklore, aires melódicos orientales, la tecnología, una honesta
interpretación vocal e instrumental, sin perder el hilo de criterio que haga de
una tan faraónica alquimia de sonido y poesía, una obra ante todo verdadera, y
con la capacidad y el impulso suficientes como para transformarse a la vez en
mojón y eslabón de una evolución artística. Lisandro nos tenía acostumbrados a
todo esto en sus anteriores CDs, sin ser esta la excepción, es más, abrir el
disco con un tema como Elefantes redobla la apuesta.
Su poesía, como ya expresé en
otra reseña, es un capítulo aparte. Mundo Anfibio se percibe como el
testimonio de una época en la que ni el caos ni la disgregación posmodernos
logran apagar del todo las luces de un planeta sostenido por un puñado de lúcidas
almas. (Mírate al espejo donde nadie
mira).
Como en anteriores discos de
Artistimuño, en su número cinco no faltan invitados: Ricardo Mollo en Un
dólar, un reloj y una frase sin sentido y en guitarra en Traje de dios,
Hilda Lizarazu en Por donde vayan tus pies y Boom Boom Kid en How long.
En fin, acontecimiento digno de
celebrarse Mundo Anfibio para los amantes de la música construida desde las
tan vapuleadas trincheras de la honradez. Parafraseando a Lisandro: embriaguemos nuestras venas, comámosle la
espalda a la luna, recuperemos la bruma…