domingo, 29 de noviembre de 2020
Catedrales
sábado, 24 de octubre de 2020
Estreno de Apple TV+: On the Rocks, el regreso de una dupla memorable
Sofia Coppola ganó en 2004 un Oscar a Mejor Guion Original por Lost in Traslation, o Perdidos en Tokio, como la conocimos por estos lares, un film en que lo hizo brillar a Bill Murray junto a una muy joven Scarlett Johansson. Y con su última propuesta, no solo retoma su relación con el protagonista de Broken Flowers, sino también la posibilidad de explorar la masculinidad y la femineidad, ahora desde la relación de un padre donjuanesco con su hija en su obsesión por preservarla de una sospechada infidelidad.
Laura (Rashida Jones, hay que citar por cierto que es la hija de Quincy Jones) es una escritora de mediana edad que vive en Nueva York junto a sus dos hijas pequeñas y su marido Dean (Marlon Wayans), un emprendedor obsesionado por una línea de negocios cuya atención demanda el hecho de viajar constantemente. Así como todo parece marchar sobre ruedas para Dean (la admiración y el acompañamiento de sus compañeros/as de trabajo, la multiplicación exponencial de sus logros y por ende el éxito económico cada vez más ostensible), para Laura las cosas no funcionan de igual manera. Ha recibido un adelanto por la publicación de una novela, novela cuya escritura se encuentra paralizada dado el período de falta de seguridad personal e inspiración por el que atraviesa, circunstancia a la que se suman las sospechas de infidelidad por parte de su marido. Y a esta situación ya de por sí compleja, se incorpora Felix (Bill Murray), el padre de Laura, un rico divorciado, seductor empedernido y exmarchante de arte que vive una vida sibarita viajando por el mundo y todavía a la pesca de los buenos negocios que pudiesen presentarse.
On the Rocks no es solo la primera película que su realizadora rueda en la fascinante Nueva York, por cierto su ciudad natal. Es también, y acaso por eso la elección de dicho escenario, una historia que contiene muchos de los tópicos del cine de Woody Allen: personajes atrapados en un laberinto de neurosis personales en función de sus relaciones con los demás. El mundo de la intelectualidad y el éxito -principalmente en lo creativo- puesto en constante amenaza ante el espejo de los otros. Integrantes de una clase acomodada que no obstante su holgura económica, no están exentos en absoluto de sentirse por momentos bajo situaciones de profunda amenaza a su seguridad simbólica. Y la recurrente Nueva York como escenario. Hay tal vez un implícito homenaje al autor de la recientemente editada autobiografía A propósito de nada en el séptimo largometraje de Sofia Coppola.
miércoles, 7 de octubre de 2020
AC/DC: Shot in the Dark, adelanto de Power Up
Con
un tema que hace honor a la inconfundible marca de la banda, AC/DC anticipa su decimoséptimo trabajo de estudio y sus intenciones de volver a girar en una etapa
pos-pandemia.
Signado por el retorno del vocalista Brian Johnson, la confirmación como guitarrista rítmico de Stevie Young y la contundente ausencia del inolvidable Malcolm Young, Shot in the Dark se adelanta a la salida del disco Power Up, planificada para el próximo 13 de noviembre. La publicación de esta entrega de doce tracks en la que Brendan O'Brien vuelve a producir a AC/DC, contará con ediciones especiales en vinilo y una edición deluxe con un packaging especial. La banda no entraba a un estudio a grabar un nuevo álbum desde Rock or Bust (2014), y no fueron pocas las trabas que tuvo que vencer el legendario Angus Young para rearmar al grupo en pos de la grabación de este último trabajo y de la idea de salir de gira cuando esta maldita pandemia se corra de escena. Es que Brian Johnson debió abandonar como se sabe la formación por sus problemas de audición, siendo reemplazado por Axl Rose en los compromisos en vivo de AC/DC para desengaño de una buena parte de los fans de la banda. Pero ya lo tenemos de vuelta. Por su parte Phil Rudd tuvo que enfrentar un período de arresto domiciliario por tenencia de drogas y fue asimismo imputado de contratar a un grupo de sicarios para perpetrar un asesinato. Y el bajista Cliff Williams había decidido retirarse luego de la gira de presentación de Rock or Bust en 2016. No obstante, las insistencias del gran Angus surtieron su efecto y la agrupación entró a los estudios Warehouse de Vancouver con la formación de Brian Johnson en voz, Cliff Williams en bajo, Phil Rudd en batería, Stevie Young (sobrino de Angus y Malcolm) en guitarra rítmica y coros y Angus Young en su personalísima e insustituible primera guitarra. Probablemente la alusión a lo oscuro en el título de este tema adelanto (homónimo de la canción de Ozzy Osbourne) alegorice el luto por la partida de Malcolm Young en noviembre de 2017; como Back in Black, aquel inolvidable tanque del rock que este año cumplió su cuarta década de gloriosa vigencia, significó claramente el luto por la temprana muerte de Bon Scott. Este trabajo es un homenaje a mi hermano Malcolm, al igual que Back in Black estaba dedicado a Bon Scott, declaró Angus Young. Shot in the Dark es un clásico tema de AC/DC para no entrar en críticas que no son el espíritu de esta entrada. Hace ya un largo tiempo, el propio Angus ironizó en una declaración a la salida de su duodécimo disco The Razors Edge: estoy harto de la gente que dice que nuestros once discos suenan exactamente igual. En realidad, son doce los discos que suenan exactamente iguales. AC/DC nunca se planteó ser una banda cuyo objetivo fuese el de explorar nuevas texturas musicales. Como afirma Jesse Fink en su excelente libro de 2013 Los Young: los hermanos que crearon AC/DC, la fortaleza acaso más distintiva de la agrupación estuvo siempre en seguir haciendo un excelente rock 'n' roll con un lenguaje musical y una estructura simples, pero reafirmándose constantemente en ese sello inconfundible que desde los '70 ha venido cautivando a decenas de millones de seguidores. AC/DC posee como pocos grupos el mérito de poder hermanar hoy en día a un abuelo y a un nieto en su enardecido entusiasmo por verlos en vivo. Quizás si se da la vuelta, esta sea la última oportunidad de ver en forma presencial a la mítica banda australiana en uno de esos característicos conciertos que suelen significar una verdadera fiesta de la música.
sábado, 22 de agosto de 2020
Estreno de Disney +: The One and Only Ivan, de Thea Sharrock
Basado en hechos reales, el flamante estreno de Walt Disney Pictures y segundo largometraje de la realizadora británica Thea Sharrock, es la adaptación fílmica de la novela juvenil The One and Only Ivan, de Katherine Applegate.
Ambientado mayormente en el reducido ámbito de un pequeño centro comercial de una ciudad del interior norteamericano, el segundo largometraje de Thea Sharrock, después de Me Before You (2016), aprovecha la impronta teatral de esta directora fogueada mayormente en el ámbito del teatro inglés. Y ciertamente no hay que perder nunca de vista este rasgo del último estreno de Disney (obviamente en estos tiempos, difundido mediante la plataforma Disney Plus), ya que la expansión visual que uno esperaría en una historia protagonizada por un grupo de animales que ha sido sacado de su ámbito natural, pero que obligadamente tiene que acometer su éxodo hacia la libertad, tarda y no poco en llegar, haciendo que la fábula funcione en una franja muy importante valiéndose de preceptos que mucho tienen que ver con el teatro.
Desde el vamos se nos hace saber que la historia está basada en hechos reales. The One and Only Ivan, es por cierto una adaptación del libro infantil homónomo de la autora estadounidense Katherine Applegate, libro por en cual en 2013 recibió el premio Newbery Medal.
En un pequeño centro comercial llamado Big Top Mall, funciona una suerte de microcirco en el que un grupo de animales realiza sus proezas para un cada vez más escaso público. Quien dirige ese modesto espectáculo junto a un muy reducido staff de colaboradores es Mack (Bryan Cranston), un hombre en las puertas de su vejez que en su juventud adoptó a Iván (cuya voz interpreta Sam Rockwell), un gorila de espalda plateada que perdió a sus padres en una redada de cazadores. Iván es claramente la estrella del espectáculo, y tiene como principales amigos a la elefanta Stella (Angelina Jolie) y al perro vagabundo Bob (Danny DeVito). Pero la llegada de la pequeña elefanta Ruby (Brooklynn Prince) como nueva atracción para reflotar al pequeño circo de su declive, sumada al propósito de cumplir el deseo de su vieja amiga Stella, despierta -o más bien revive- el deseo de Iván de recuperar un espacio de libertad en la naturaleza, empresa para la cual se servirá de sus recientemente descubiertas dotes de dibujante.
Hay dos vetas bien delimitadas pero a las cuales les cuesta por momentos convivir de manera efectiva en la película: por un lado, la de ese grupo de animales que irá a la búsqueda de su intuida libertad, y por otro, la de la declinación de algunas formas tradicionales de entretenimiento. Puede y debe hacerse en The One and Only Ivan una acertada lectura sobre la actual crisis que están viviendo los cines como espacios tradicionales de difusión cinematográfica, la exhibición de películas en salas que va dejando espacio a nuevas modalidades de consumo de cine a través del streaming por suscripción, hecho este acelerado obviamente por la actual pandemia y la reacción desproporcionada de la mayoría de los gobiernos con las restricciones impuestas a sus poblaciones. De todos modos, más allá de cierto divorcio narrativo de los dos aspectos más representativos que desde lo argumental posee el film, el implícito homenaje al cine y sus formas tradicionales de comercialización, es un plus que debe reconocérsele a una realizadora que como se escribió, proviene principalmente del ámbito del teatro inglés. Thea Sharrock es alguien que siendo muy joven estuvo al frente de la Southwark Playhouse como directora artística, habiendo trabajado de igual modo en el West End de 'Art', en el Royal National Theatre y para el English Touring Theatre.
El guion de Mike White (Orange Country, The Good Girl, School of Rock) acompaña asimismo de manera bastante efectiva el sello teatral que tiene la historia en buena parte de sus 95 minutos, aprovechando no solo la capacidad de hablar de los animales, sino también la interacción con el ámbito de encierro en que habitan. Por su lado los flashbacks de los que no se abusa, aportan oxígeno a ese espacio restringido en que transcurre buena parte de la altruista odisea de Iván. Mike White también interpreta la voz de la foca Frankie y participa de un par de cameos en esta fábula en que los guiños a Dumbo por momentos se vuelven demasiado obvios. Pero tratándose de Disney y del hecho de que en los últimos años la productora se ha valido de su antigua filmografía en sus propuestas (las remakes de La Bella y la Bestia, Aladdín, El Rey León y la propia Dumbo, o la secuela de Mary Poppins), es una autorreferencia que no sorprende.
The One and Only Ivan ha sido calificada PG-13 en Estados Unidos, una clasificación que si bien permite que un film sea apto para todo público, recomienda a los adultos el asesoramiento a los menores de 13 años respecto de temas que para chicos de esa franja de edad pudiesen resultar perturbadores. Quizás el motivo que más fundamente la decisión en este caso sean los interrogantes que se plantean los animales respecto de la veleidosa moral humana.
domingo, 21 de junio de 2020
Flores robadas en los jardines de Quilmes, la novela más celebrada de Jorge Asís, cumple cuarenta años
Volviendo a Flores Robadas, en 1985 y bajo guion del propio Asís, se estrenó el film homónimo dirigido por Antonio Ottone y protagonizado por Soledad Silveyra y Víctor Laplace. Clickear para ver la película completa.
La historia posterior es mucho más venturosa y popularmente conocida: embajador argentino ante la Unesco desde 1989 hasta 1994, un corto período como secretario de Cultura de la Nación y embajador argentino en Portugal hasta finales de 1999. Y una franja de producción de ficción que se ha venido intercalando con publicaciones de análisis e investigación política que nunca dejan de hacer honor a la esa marca literaria, que se extiende incluso a su portal Jorge Asís Digital, en el que semanal y religiosamente, desde hace ya muchos años, se hace un personalísimo análisis de coyuntura política.
El turco Asís es obviamente muchísimo más que su best seller Flores robadas en los jardines de Quilmes; hablar de o sobre él es a la vez hacerlo sobre literatura, periodismo político e inteligente y constante espíritu de provocación. Muy difícil trazar los límites entre una y otra de estas tres cosas. Acaso la literatura sea la que prevalezca, casi siempre, porque según el autor todo lo que nos pasa en la vida es un pretexto para transformarlo en literatura. Como si el escribir fuese un acto de redención. Jorge Asís, un hombre que se reconoce como un libremercadista en un país en donde hace un par de décadas que para tantísima gente eso ha pasado a ser una mala palabra, un país en donde todo proceso político, según uno de sus más repetidos dictámenes, “termina invariablemente mal”. Ese “buen leñador que no da hachazos a los árboles caídos”. Ese "periodista artesanal", "profesional de la palabra", depositario de críticas y adhesiones de ambos lados de la grieta conforme van alternándose los gobiernos de distinto signo, quizás por trackear y dar parte de la realidad política desde un lugar y con un estilo y mirada incuestionadamente propios, más allá de los vientos ante los cuales convenga desplegar los velámenes del periodismo.
martes, 18 de febrero de 2020
Esas viejas canciones
Es verano aún, y esos callejones internos
dentro de los cuales se ha atrevido a perdurar
(un ínfimo hilo de fe los atraviesa)
aportan hoy el brillo de un nuevo tiempo por venir.
Nunca ha sido traicionado por el lenguaje de esa luz
que se vierte, iluminando, desvelando a lo que yace
en una oscuridad cercana.
Enhorabuena,
esas aves que volaban en círculos sobre nosotros,
han ido a multiplicarse lejos.
Festeja,
es tiempo en que el habla ha dejado de comunicar
esa extraña afluencia de ficciones.
Celebra,
sigue ocurriendo, una mano invisible, benévola,
entreabre un sendero secreto:
alabanzas, loas a la indómita locura que tracciona hacia adelante.
Mientras la música resurja replicando su alquimia infinita,
el movimiento estará trazado en el sentido correcto.
¿Quién es quién en este orbe anónimo?
Mentir para poder andar liviano
hacia una verdad definitiva.
Hay un hombre indiviso,
oculto,
riéndose,
tras un ejército de impostores,
hay un hombre celando el absoluto e inviolable lenguaje de los sueños.
Mientras, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, tiempo de dejar en el tiempo una huella,
de apostar por el ideario
de vaciar lo que inspira en ese río invisible
que no para de fluir:
nuevos y viejos relatos,
poemas que siguen brotando
por las grietas que el sol hace posibles,
historias de criaturas que avanzan
flotando en la noche sobre ciudades enormes,
armonizando el sueño de esos pocos hombres
que han renunciado enteramente a la mañana.
Hay canciones que nunca sonarán antiguas,
emergiendo sobre el extravagante artificio sonoro
de esos viejos clowns de la teoría,
una música que se niega a sí misma.
E invocamos a Pavese:
todo crítico es, propiamente hablando, una mujer en la edad crítica: rencoroso y refoulé.
Algo nuevo está llegando,
se percibe en la inestable saturación de un cuerpo, de un vientre
que no para de rehuirle al loop de la cotidiana claudicación.
¿Bastará con callar?
¿Bastará con resistirse entre otros frentes
a esta nueva, femenina inquisición
de los que siguen
volviendo el rostro al este?
Y el silencio por sí mismo no basta:
muchos orientalistas de paso, apologistas del sosiego,
no adhieren al paradigma por cuestiones filosóficas, religiosas
o por dudar de la eficacia del lenguaje
en su pretensión representativa,
lo hacen simplemente ante la impotencia
de no tener nada relevante que expresar...
El porvenir pide mucho más que ajadas banderas,
viejos panfletos.
Si el sol gozase al fin de su postergada era,
los pretextos de estas falsas deidades
(la maldita lluvia las oculta, las nutre)
se caerían como un héroe sin propósito
librando una cruzada vana.
Mientras, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, y volvemos a escucharte
niño que no ha muerto,
te oímos atravesado por un fugaz ramalazo de inspiración
que bastó, que basta y bastará por varias décadas más.
El verano se duerme. Él, escucha esas viejas, esas nuevas canciones.
domingo, 26 de enero de 2020
Parasite: una comedia sin payasos, una tragedia sin villanos
Bong Joon-Ho ha dejado en claro, sobre todo con Snowpiercer: Rompenieves, que la lectura social es una de las vigas maestras de sus proyectos. En aquella película del año 2013, protagonizada por Chris Evans, Kang-ho Song, Tilda Swinton, Jamie Bell y Ed Harris, el director surcoreano situó su propuesta en un futuro distópico en el cual un enorme tren gira eternamente alrededor de un mundo posglacial, tren en el que las diferencias de clase y las relaciones de poder replicaban -en mayor o menor medida- las del mundo que conocemos. En su última película, trabajo en que el mix entre el thriller y la comedia oscura está muy bien logrado, nos lleva al Corea del Sur presente, poniendo a interactuar a miembros de dos familias muy bien delimitadas respecto de sus extracciones de base e imaginarios.
Respecto de eso es justo decir que si bien desde lo visual los campos humanos están muy bien delimitados, desde el punto de vista del guion, en ningún momento el último trabajo de Bong Joon-Ho tropieza con subrayamientos u oportunismos discursivos, mostrando una vez más que aun ante la complejidad de ciertos planteamientos, el cine puede seguir valiéndose de la imagen y de lo gestual para resolver situaciones que de no ser así, desembocarían inevitablemente en el tedio del coloquio panfletario. Los bandos no recaen en ningún momento es algún tipo de fundamentación que justifique su accionar, pues se los muestra como insertos en una objetividad que lejos de querer ser transformada o puesta en tela de juicio, lo único que parece aportarles son escasos recursos de autopreservación. En palabras del propio director: una comedia sin payasos, y una tragedia sin villanos.
Hay que hacer necesariamente hincapié en el aspecto visual de estos contemporáneos apuntes del subsuelo. La fotografía de Kyung-pyo Hong, quien colaboró previamente con el director en Mother y en Snowpiercer, es uno de los capitales sustanciales en Parasite. El aprovechamiento del potencial natural de la luz como generador de climas emocionales es verdaderamente notable, haciendo de ese aspecto una de la grandes fortalezas narrativas en las que se apuntala la historia, sin la necesidad de artificios innecesarios y valiéndose casi exclusivamente de los contrastes de luz y sombra que sirven de marco a la perturbadora experiencia transitada por ambas familias. Y no puede dejar de mencionarse cómo también, desde las estrategias fotográficas, se le confiere a la moderna casa en que transcurre buena parte de este dramedy familiar, el rol de volverse un personaje más, con un peso contundente, y se insiste, siendo parte de esa franja importante del film donde lo visual aporta mucho más que lo meramente declamatorio.
Los que vivimos en Mar del Plata y los que se acercaron al último Festival Internacional de Cine de esta ciudad, tuvimos la chance (y la satisfacción) de ver en noviembre pasado esta última entrega del director nacido en la ciudad de Daegu en Corea del Sur. Fue una película con una repercusión mucho más favorable por parte del público que del jurado. Contrariamente, Parasite resultó ganadora de la Palma de Oro en el último Festival de Cine de Cannes. Y el próximo 9 de febrero se sabrá si a raíz de las seis nominaciones que tiene a los premios Oscar (Mejor Película, Guion Original, Dirección, Edición de Película, Diseño de Producción y Film Internacional), se alza con el máximo galardón (el Oscar a la Mejor Película) y se convierte en el primer film realizado fuera de Estados Unidos en obtener ese reconocimiento.