martes, 18 de febrero de 2020

Esas viejas canciones

Mientas, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, y esos callejones internos 
dentro de los cuales se ha atrevido a perdurar
(un ínfimo hilo de fe los atraviesa)
aportan hoy el brillo de un nuevo tiempo por venir.
Nunca ha sido traicionado por el lenguaje de esa luz 
que se vierte, iluminando, desvelando a lo que yace
en una oscuridad cercana.

Enhorabuena, 
esas aves que volaban en círculos sobre nosotros,
han ido a multiplicarse lejos.
Festeja,
es tiempo en que el habla ha dejado de comunicar 
esa extraña afluencia de ficciones.
Celebra,
sigue ocurriendo, una mano invisible, benévola, 
entreabre un sendero secreto:
alabanzas, loas a la indómita locura que tracciona hacia adelante.
Mientras la música resurja replicando su alquimia infinita, 
el movimiento estará trazado en el sentido correcto.

¿Quién es quién en este orbe anónimo?
Mentir para poder andar liviano 
hacia una verdad definitiva.
Hay un hombre indiviso,
oculto, 
riéndose,
tras un ejército de impostores, 
hay un hombre celando el absoluto e inviolable lenguaje de los sueños.

Mientras, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, tiempo de dejar en el tiempo una huella,
de apostar por el ideario 
de vaciar lo que inspira en ese río invisible 
que no para de fluir:
nuevos y viejos relatos,
poemas que siguen brotando 
por las grietas que el sol hace posibles,
historias de criaturas que avanzan 
flotando en la noche sobre ciudades enormes, 
armonizando el sueño de esos pocos hombres 
que han renunciado enteramente a la mañana.

Hay canciones que nunca sonarán antiguas,
emergiendo sobre el extravagante artificio sonoro 
de esos viejos clowns de la teoría, 
una música que se niega a sí misma.
E invocamos a Pavese:
todo crítico es, propiamente hablando, una mujer en la edad crítica: rencoroso y refoulé

Algo nuevo está llegando,
se percibe en la inestable saturación de un cuerpo, de un vientre
que no para de rehuirle al loop de la cotidiana claudicación.
¿Bastará con callar? 
¿Bastará con resistirse entre otros frentes 
a esta nueva, femenina inquisición 
de los que siguen 
volviendo el rostro al este?
Y el silencio por sí mismo no basta:
muchos orientalistas de paso, apologistas del sosiego, 
no adhieren al paradigma por cuestiones filosóficas, religiosas 
o por dudar de la eficacia del lenguaje 
en su pretensión representativa, 
lo hacen simplemente ante la impotencia 
de no tener nada relevante que expresar... 

El porvenir pide mucho más que ajadas banderas,
viejos panfletos.
Si el sol gozase al fin de su postergada era,
los pretextos de estas falsas deidades 
(la maldita lluvia las oculta, las nutre)
se caerían como un héroe sin propósito
librando una cruzada vana.  

Mientras, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, y volvemos a escucharte 
niño que no ha muerto,
te oímos atravesado por un fugaz ramalazo de inspiración
que bastó, que basta y bastará por varias décadas más.

El verano se duerme. Él, escucha esas viejas, esas nuevas canciones.