Recuerdo cuando vivía en Zárate, y después de una larga ola de calor, generalmente por el oeste se acercaban esos enormes frentes de tormenta, qué sensación de alivio sentíamos. Eran como un ejército que venía a salvarnos del calor, llegaba, y antes de descargar su furia, nos dejaba contemplar embelesados por unos minutos la maravilla de sus formaciones. El oeste, siempre el oeste para mí sigue insinuando lo posible, por esa razón, entre otras, surgió "La Frontera". Desde chico pude percibir al oeste desde cualquier lugar, es una impresión que ha quedado marcada a fuego en mí, realmente no sé a ciencia cierta a qué se deba. Me ocurre a menudo, caminando, escuchando música, viendo cine, cosas tan disímiles que sin embargo me hablan de lo mismo. Tal vez encontré algo allí, elementos sutiles que constituyen la trama común de algo que quiere revelárseme. No nací siendo un buscador, pero hubo cosas que me deslumbraron tanto, que creo que es en eso que hallé la fortaleza para no permitirme la distracción que supone nuestro mundo posmoderno con su ética meritocrática, propugnada por los peores criminales de la historia...
martes, 31 de mayo de 2011
domingo, 29 de mayo de 2011
Poema Nro. 6, Perdidos, La Frontera
Caminamos hacia un sol
que no acaba nunca de erguirse.
Una luz que ilumina apenas las gotas de rocío
que se posan sobre pastos y fangales,
que resisten un invierno corrompido.
Caminamos y siempre las mismas espaldas,
siempre el mismo sonido
ligado a unas tripas a punto de arder.
En mis venas décadas de sangre
manando sobre el peso
de un eterno silencio.
Sagradas tus huellas,
eterno cautivo de una nada.
Tú que aguardas el fin de la noche,
tú que rebasas de espera:
navega, persigue fantasmas…
sábado, 28 de mayo de 2011
Poema Nro. 14, Retorno, La Frontera
Creer en el recuerdo:
demasiado lejos ya los caminos
abrazando un mundo
que se recuerda
aun a cuentas de no haber sido.
Los días pesan tanto fuera del sueño.
Por vos vivo, terso manto
que me envolvió en la vigilia:
no te esperaba y me incendiaste sol.
Me he vuelto niebla algunas veces,
he dañado tantos féretros
que los muertos ya no despiertan.
Heme aquí bailando una danza invisible,
cantando un mudo grito en tierras ajenas.
viernes, 20 de mayo de 2011
Poema Nro. 25, Perdidos, La Frontera
Mientras tanto,
cegado de tus viejas imágenes,
olvidas.
Miras a los hombres que vuelan,
se alzan cada vez más alto
al toque de una música
que algún día nos anduvo, nos fue, nos condujo.
Mientras tanto caminas ya poco,
ya sin nombre, ya sin sombra,
ya sin los cómplices del viejo camino.
miércoles, 18 de mayo de 2011
viernes, 13 de mayo de 2011
Caroline Says II
Este es un tema del disco Berlin, de Lou Reed. La versión es un fragmento del film homónimo del director y artista plástico Julian Schnabel en el que el legendario fundador de The Velvet Underground, interpreta el disco completo en St. Ann's Warehouse, NY, junto a músicos invitados entre los cuales participaron Antony Hegarty y Steve Hunter, guitarrista que originalmente grabara las guitarras. Para quien escribe, Berlin es uno de los discos más honestos e inspirados de todos los tiempos...
Poema Nro. 10, Las Otras Tormentas, La Frontera
Estar en medio de un supuesto,
caminar indefinido alrededor.
Desear que una tormenta de hielo
nos acabe a todos:
alguien me oye cuando los fuegos
alzan su máximo grito a un cielo de verdad.
Y pareciera que lo eterno
es este pararnos al paso de una sombra;
pocos me dicen con sus ojos
haber visto la sombra invisible
de un invisible.
¿Qué es lo que tienen los niños
que juegan a la vera de un camino nuevo,
qué es lo que los habla,
qué lo que los mueve,
qué lo que los vuelve veloces peregrinos?
miércoles, 11 de mayo de 2011
Poema Nro. 5, Las Luces Involuntarias, La Frontera
Más allá de cierta edad, el alma del niño que fuimos
y el alma de los muertos de que provenimos vienen a
arrojarnos sus riquezas y sus malos sortilegios a puñados,
pidiendo la posibilidad de cooperar en los nuevos sentimientos
que experimentamos y en los cuales, borrando su efigie antigua,
las refundimos en una creación original.
( La prisionera, Marcel Proust).
Alguien ha muerto
en un piso muy alto.
Un amanecer eterno
sólo puede darse del otro lado.
El otro lado, donde pude tocarte,
donde los huesos se venden en latas modernas,
donde manipulé furtivamente
las tumbas de mis antepasados.
Una puerta de negros cristales.
Los cuerpos colgados esperan su turno.
Un dolor con opacos destellos de hielo;
y afuera, afuera mi padre,
mi padre animándose a escapar para salvarnos.
El otro lado, el otro lado,
donde la tenue luz del naciente,
exhausta de tanto encender el absurdo,
se pierde brumosa en un sueño
y se queda colgada de la noche.
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