Transita la oscuridad,
la lujuria de un sueño:
todo lo púrpura se apaga,
despiertan los que andan… simplemente andan.
Ay de las bestias que se pierden,
navegan sin rumbo hacia el fin de los tiempos.
Tan invencible la puerta del mundo,
el mundo de los olvidados muertos.
Vuelve una de aquellas madres:
esas que duermen al resguardo
de las peores sombras.
Los que a menudo despertamos
velamos una sombra:
esa tierra de huesos y carnes… de huesos y ladrones.