Con evidentes desbalances entre su primera y segunda mitades, el actual trabajo del director de Audition es una clásica película de yakuzas,
contada principalmente desde la perspectiva de una prostituta y un boxeador
adolescentes del Japón contemporáneo.
Encontrar
un denominador común entre la extensísima filmografía de Takashi Miike (tiene
más de cien películas en su haber) es difícil, al menos desde lo argumental.
Pero desde el glacial sadismo de Audition (Ôdishon, 1999), pasando por el
tetricismo onírico de su corte Box en Three Extremes (Sam gang 2, 2004), Big
Bang Love, Juvenile A (46-okunen no koi, 2006) u Over Your Dead Body (Kuime,
2014), hasta la bellísima comedia musical For Love's Sake (Ai to makoto, 2012),
si hay algo que cifra al cine del prolífico director japonés, es su fe en la
narración visual y su constante apuesta por trabajar una amplia diversidad de
universos cinematográficos desde ese lugar.
First
Love es, para empezar, una clásica película de yakuzas. Pero no es solo eso. Retoma,
en su aspecto acaso más occidental, si bien no es una película de boxeo, el
tema interesantísimo de la épica en la arriesgada vida de un boxeador. Y es además una
historia de amor adolescente, sobre las disfuncionalidades familiares, sobre la relación con la muerte y sobre el enorme
potencial de un ser humano ante la ausencia del miedo a perder su vida.
A
Leo (Masataka Kubota), un joven boxeador, le es diagnosticado un tumor cerebral que dada su ubicación es imposible de extirpar. Pero en medio del duelo ante la inevitable pérdida de su
vida, conoce a Yuri (Sakurako Konishi), una prostituta adolescente que está
involuntariamente involucrada en un embrollo relacionado con una entrega de
metanfetamina en el que participan un policía corrupto y dos facciones
enfrentadas de yakuzas. A partir de ahí comienza una de esas características y un
tanto confusas persecuciones en las que no se ahorra en accidentes
automovilísticos, katanas samuráis, paralizadores eléctricos, partes de cuerpo
cercenadas (cabezas incluidas), sangre brotando a ramalazos, humor, ese humor de ciertos filmes
orientales en donde uno en ocasiones no sabe si lo cómico radica en las
diferencias culturales con occidente o en la intención del guionista (Masa Nakamura en este caso) de hacer
reír; y hasta tiene este último trabajo de Miike su celebrada parte de
animación. Y volviendo al tema del humor, la actuación de Shôta Sometani, quien
interpreta a Kase, un mafioso de poca monta dando sus torpísimos primeros pasos, se
lleva todas las loas.
Sin
dudas el momento en el que se aprovecha al máximo todo el potencial visual,
sumado a la coralidad que posee el film (coralidad contada de manera bastante
desprolija en las primeras escenas), es la extensa secuencia que transcurre en un
enorme hipermercado. Es allí donde se da la confluencia e interacción de todos los
personajes principales, en donde todo es acción al cien por ciento, y en donde los gags
funcionan de manera mucho más fundamentada que en ninguna otra parte.
Puede
decirse que First Love está en la franja media en cuanto a la calidad de los
trabajos de Takashi Miike, alguien que puede hacer más de diez películas por año. Hay que hacer hincapié en que se advierte un proceso bastante torpe en lo que respecta a la
presentación de los protagonistas y asimismo una disparidad demasiado evidente
entre la un tanto desinflada primera mitad del film y la intensa y
divertidísima parte que la sucede, en donde la acción y la capitalización del
potencial de los personajes son mucho más aprovechados. Pero como se escribió
antes, el distintivo incuestionable de la escrupulosidad visual que caracteriza
al director de Audition, se comprueba a lo largo de sus 108 minutos de
duración.