lunes, 26 de noviembre de 2012

For Love's Sake (en el marco del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)



En una excelente recreación del Tokio del los '70, se desarrolla esta nueva película del proverbial Takashi Miike. For Love's Sake, es ante todo un musical, pero es también una suerte de melodrama adolescente con toques de spoof, con imbricaciones de anime, y una para nada sorpresiva puesta visual realmente babilónica, elementos estos que constituyen el marco de un romance neoshakespeareano donde no faltan riñas con un grado de violencia rayana con la parodia de género y la ironía, cuchillos voladores y tópicos de romance high school que destilan una candidez en donde los límites de intencionalidad, por lo menos para el público occidental, no acaban nunca de definirse.

For Love's Sake lleva hasta un límite honestamente dantesco una especie de ensayo acerca del sacrificio por amor, de los infortunios del amante no correspondido, de la inviabilidad de ciertas obsesiones románticas, de antemano condenadas a un destino trágico. Es también una despiadada lectura sobre realidades sociales absolutamente divergentes, cuyo intento de reconciliación no puede llevar a otra cosa que a la fatalidad.

Si bien la fortaleza del tan ambicioso planteamiento de historia y recursos tan diversos y bien manejados por Miike, se sostiene hasta cierto punto de la película, llega un momento en que esa furia representativa comienza a diluirse, quizás por el hecho de ser llevados los roles hasta un límite de paroxismo pasional realmente caricaturesco. Uno siente que todo podría haberse resuelto 30 o 40 minutos antes de terminar la cinta, habiendo logrado de todas formas el objetivo de transmitir acaso con más efectividad el apotegma elegíaco que atraviesa el relato.

Hay un tal vez excesivo hincapié en las historias de vida adyacentes a la trama central. A todos los personajes se les conceden sus cinco minutos de gloria, cuestión que hace que uno pierda por momentos el anclaje, perdiéndose en meandros innecesarios que hacen que la película entre en un territorio un tanto denso y exasperante.

No obstante eso, el genial director de Audition, del mejor relato del tríptico Three Extremes y de la oscura y siniestra Big Bang Love, no deja de sorprender con su capacidad de indagar en nuevos géneros, y de dotarlos de su obstinada y en el mejor sentido de la palabra tortuosa impronta.