domingo, 25 de marzo de 2012

Permanente

El que te ha enseñado los preciados secretos de la soledad,

el que ornamenta las ruinas que transitas en el sueño,

el que canta una muda música tras la tormenta,

el que advierte intacta la permanente revelación del despojado desierto,

el que sólo recorre la inmensa ciudad dormida cuando el fulgor incipiente se funde a la expiración de la noche,

el que camina, camina, camina simultáneo y secreto hacia el suburbio donde la milonga ha vertido su eterno encantamiento,

el que retorna a ese infinito orbe de escaleras donde Hawthorne se concentra más allá de la palabra:

ese que sueña y sueña, precipita desde el centro el olor de las naranjas,

una única armonía,

la trémula lozanía del Tiempo Perdido...