lunes, 20 de junio de 2011

Poema Nro. 3, Perdidos, La Frontera (versión extendida)

Y somos como el brillo torrente hirviente.

Brilla mientras las dóciles bestias

yacen bruces atónitas contra hielo.



Somos como la muda sombra,

insomne delgadez olvidada,

toca pero no lastima al hombre que ríe

ante tus vanos pasos.



Todo lo que recuerdan

tus últimas frases

en el fin, el fin de tu tarde siempre tarde,

quizás bastara una simple cuarta,

un falso profeta serpiente,

un algo de plástica y anodina magia…



He gritado inútilmente

ante estos oscuros fantasmas, 

descendido barrancas hacia un río 

al que me vi forzado a traicionar

antes de recorrer esos lóbregos espejos 

que aguardaban bajo esas simuladas noches.



Una enormidad de décadas

me ha colocado ante aguas menos confiables.

El fin de tu tarde siempre tarde

me convierte en pájaro bajo esos cielos de fuego,

pues ya no amo la sal, 

ya no amo algunas voces,

ya no amo recordar la llanura,

el verde encantamiento...