Cuánto más vívida
agua verde de los sueños,
cuántas más piedras de esa calle,
esa eterna mañana que me invade
y escapa cuando vuelve el mundo,
cuánto más precisa mi humana infancia.
Vivo ante dioses enormes,
ando entre murallas de acero,
pequeñas puertas
plagadas de trampas para valientes.
Deseo no olvidarte mañana,
mañana de heladas luces.
Vaga este deseo encumbrado
por los las Señoras de la noche,
se hace vuelo, flotación,
deslizar por aquellas veredas insólitas
a las que llegaba el mundo
cabalgando un viento transparente.
Deseo no olvidarte mañana,
mañana de heladas luces.