Mientas, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, y esos callejones internos
dentro de los cuales se ha atrevido a perdurar
(un ínfimo hilo de fe los atraviesa)
aportan hoy el brillo de un nuevo tiempo por venir.
Nunca ha sido traicionado por el lenguaje de esa luz
que se vierte, iluminando, desvelando a lo que yace
en una oscuridad cercana.
Enhorabuena,
esas aves que volaban en círculos sobre nosotros,
han ido a multiplicarse lejos.
Festeja,
es tiempo en que el habla ha dejado de comunicar
esa extraña afluencia de ficciones.
Celebra,
sigue ocurriendo, una mano invisible, benévola,
entreabre un sendero secreto:
alabanzas, loas a la indómita locura que tracciona hacia adelante.
Mientras la música resurja replicando su alquimia infinita,
el movimiento estará trazado en el sentido correcto.
¿Quién es quién en este orbe anónimo?
Mentir para poder andar liviano
hacia una verdad definitiva.
Hay un hombre indiviso,
oculto,
riéndose,
tras un ejército de impostores,
hay un hombre celando el absoluto e inviolable lenguaje de los sueños.
Mientras, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, tiempo de dejar en el tiempo una huella,
de apostar por el ideario
de vaciar lo que inspira en ese río invisible
que no para de fluir:
nuevos y viejos relatos,
poemas que siguen brotando
por las grietas que el sol hace posibles,
historias de criaturas que avanzan
flotando en la noche sobre ciudades enormes,
armonizando el sueño de esos pocos hombres
que han renunciado enteramente a la mañana.
Hay canciones que nunca sonarán antiguas,
emergiendo sobre el extravagante artificio sonoro
de esos viejos clowns de la teoría,
una música que se niega a sí misma.
E invocamos a Pavese:
todo crítico es, propiamente hablando, una mujer en la edad crítica: rencoroso y refoulé.
Algo nuevo está llegando,
se percibe en la inestable saturación de un cuerpo, de un vientre
que no para de rehuirle al loop de la cotidiana claudicación.
¿Bastará con callar?
¿Bastará con resistirse entre otros frentes
a esta nueva, femenina inquisición
de los que siguen
volviendo el rostro al este?
Y el silencio por sí mismo no basta:
muchos orientalistas de paso, apologistas del sosiego,
no adhieren al paradigma por cuestiones filosóficas, religiosas
o por dudar de la eficacia del lenguaje
en su pretensión representativa,
lo hacen simplemente ante la impotencia
de no tener nada relevante que expresar...
El porvenir pide mucho más que ajadas banderas,
viejos panfletos.
Si el sol gozase al fin de su postergada era,
los pretextos de estas falsas deidades
(la maldita lluvia las oculta, las nutre)
se caerían como un héroe sin propósito
librando una cruzada vana.
Mientras, escucha esas viejas canciones.
Es verano aún, y volvemos a escucharte
niño que no ha muerto,
te oímos atravesado por un fugaz ramalazo de inspiración
que bastó, que basta y bastará por varias décadas más.
El verano se duerme. Él, escucha esas viejas, esas nuevas canciones.