lunes, 7 de marzo de 2011

González versus El Escribidor

Todos hemos sido testigos en estos días de la controversia que han causado las declaraciones de Horacio González acerca de la conferencia que va a celebrar Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro. Sinceramente, creo que se ha cometido el error en muchos debates de abordar el tema eludiendo ciertas aristas que necesariamente deben ser contempladas, según mi opinión. La primera, y creo que tal vez la más importante, es que pareciera que a muchos no nos ha quedado claro que el hecho de que una persona haya elegido construir objetos artísticos como forma de expresarse, desde el ámbito de la expresión que sea, no la obliga a abarcar indelegablemente la esfera de lo político, y dentro de lo político, la preocupación por la justicia social. Me parece pertinente empezar por esto porque observo con frecuencia cómo, quizás desde ese ingenuo y poco precavido romanticismo con que a menudo pensamos lo tocante con el arte, concebimos a los artistas indefectiblemente como personas con un pensamiento político inobjetablemente progresista.

Seamos conscientes de que hemos tenido ejemplos sobrados en nuestro país que corroboran lo contrario, ¿hace falta nombrar a Borges, que opinó que la democracia era un abuso de la estadística, o a Mujica Láinez, quien en el mismo set televisivo español en el que Borges se pronunció a favor de la dictadura de Pinochet, se despachaba en un plañidero y casi patético alegato, narrando las desventuras vividas por su familia, la cual lo perdió todo –según Láinez-, debido la los despóticos manejos del populismo peronista?

Ahora bien, dejando esto en claro, y declarándome un admirador de estos dos escritores, sobre todo de la prosa soberbia de Manucho, considero que el arte, que la literatura,  puede abarcar de manera igualmente eficaz y trascendente, la esfera de lo social, incluyendo dentro de lo social obviamente a lo político, y la esfera de todo aquello concerniente al sujeto; no caben dudas de que existe una interesantísima literatura que abarca mucho más profundamente los dominios de lo individual, que las temáticas sociopolíticas. Existen temas inherentes al individuo en los cuales lo político, si es que puede jugar un pequeño rol, no puede hacer demasiado. ¿No son la soledad, el desamor, el suicidio, la muerte, el sinsentido de la vida, temas innumerable e históricamente tratados en la literatura? ¿Es una literatura menor la de Proust, la de Borges, la de Woolf, autores todos estos a los cuales les interesó indiscutiblemente mucho más la esfera de lo individual, de lo subjetivo, que la de lo político?

Evidentemente el territorio vasto sobre el cual puede trabajar lo literario en relación con estos temas es enorme. Y remarco esto porque creo que en parte nos cuesta aceptar simplemente que hay intelectuales a los cuales les es indiferente lo justo en términos políticos y económicos, y tal vez anclemos equivocadamente en esa desilusión, ciertos aportes al debate sobre el tema González- Vargas Llosa.

Hecha esta aclaración, ¿cuando Mario Vargas Llosa declaró que los argentinos habíamos “elegido” vivir en la pobreza, o bajo gobiernos dictatoriales, bajo la vergonzosa impronta de la demagogia populista, estaba hablando sobre formalismo ruso, sobre el uso del adjetivo o la metáfora, o estaba emitiendo una clara opinión política? Es claro que estaba ejerciendo su absoluto derecho a manifestar un parecer respecto de la coyuntura política histórica y presente de la Argentina. Es por eso que yo propondría con la intención de aportar algo a este interesante debate dos cosas que me parece sensato e imprescindible tener en cuenta en esta controversia, la primera, y creo que la más importante, dejemos de lado el infantilismo romántico de creer que un gran artista incuestionadamente debe construir su obra en función de una mirada social de corte humanista. La lucidez estética y la capacidad de inquirir en lo sutil, muchas veces no van de la mano de la preocupación por el prójimo y de la intención de materializar una sociedad viable para todos. La segunda es que superemos el desengaño y le propongamos a Vargas Llosa que cuando llegue a Ezeiza declare a los argentinos si viene como escritor o como lobista de intereses económicos, y que en función de sus declaraciones, elijamos inteligentemente nuestro itinerario en la próxima Feria del Libro. Y por último, creo que estamos en todo nuestro derecho como parte aludida en las declaraciones del escritor peruano, a exigirle debatirlas, dentro o fuera del ámbito de la Feria, con un intelectual argentino que en el plano de lo político, se encuentre en la otra vereda, utilicemos las redes sociales para proponer candidatos y conservemos la esperanza en que el sentido del honor de Vargas Llosa, lo lleve a aceptar el reto, sería para alquilar balcones…