domingo, 30 de diciembre de 2012

Gris

Hablaba a media voz consigo mismo.

Es que la mañana había quedado suspendida,

recubriendo el enigmático empedrado

con esa tenue luminosidad.

Es que ese enfático gris que parecía provenir

de allá, donde las involuntarias memorias

conjeturan y preparan el sueño,

no dejaba prosperar a los colores

que suelen diluir las oscuridades de la noche.

Vaya si era viable ahí, en ese Buenos Aires

lanzando a borbotones una multiplicidad de ciudades,

la música que sólo puede señorear

en el definitivo silencio.

Ese recóndito artífice de las siestas

volvía a fraguar su reiterado flotar

sobre angostas veredas.

Es que la femenina fascinación,

el regreso a lo sustancial

volvía para dejar una vez más

su prodigiosa huella.