Otros mueven el mundo
allá:
como las damas que
miran al que duerme.
¿Quiénes mueven el
mundo?
¿Quiénes arrancan al
otoño
su densa inmovilidad?
Acá todo se toca,
todo se ve, se
desborda
en la ligera
atmósfera de lo que parece ser,
parece ser nomás sin
cuerdas,
sin cuerdas que
vibren vientos
capaces de despertar
a los muertos.
Viajo a veces:
un viento helado que
no hiela,
un tren sin madres a
la vera de un sendero eterno.
Cuando me salen,
cuando me llevan, los
idos no preguntan,
cuando me sacan,
hasta las barrios difíciles,
hasta el olor de su
carne me huele a fiesta.
Cuando me vaya.