miércoles, 7 de marzo de 2012

De infancias, mares y magdalenas...

En el centro. Traje para aguardarte libertad mis mejores recuerdos, traje al camino remoto y la densa niebla del río, traje un rojo y anaranjado anhelo, ese que por siglos hizo posible el embeleso de una misma canción multiplicada en mil diferentes voces. 

En el centro. Traje para aguardarte libertad un múltiplo de Dios, desbaratado por la incauta dimensión del arte, un oscuro perímetro de fingida gracia donde proyectar mis evocadas luces, esas que por ansias arrancó el recuerdo a una inspirada niñez. Si hasta fingían las naranjas un infinito mundo, rendido ante mis pies, cuando el verano multiplicaba los panes, cuando sólo bastaba el agua para lavar la incipiente infamia, bastaba un minúsculo acto de fe para alzarse y volar sobre las antiguas veredas. 

En el centro, en el centro vuelvo a creer transformado satíricamente en exegeta de un descabellado contorno: caminas hombre hacia tu indefectible revelación, aligerando palabra, llanura estallando la secreta confesión de lo absoluto.

En el centro, se extermina a sí mismo el pasado, dejando librados desiertos, tempestuosos mares y magdalenas: caminas hombre hacia tu indefectible revelación, aligerando palabra, oeste derramando la restaurada y única epopeya...