sábado, 21 de noviembre de 2015

David Bowie: Blackstar


El próximo 8 de enero David Bowie cumple 69 años, fecha que coincidirá con el lanzamiento de Blackstar, su vigésimo quinto álbum de estudio. El video que se comparte corresponde al tema que da nombre al disco y fue dirigido por Johan Renck, músico y realizador que ha capitaneado videos de New Order, Chris Cornell y Madonna entre otros, además de tres episodios de Breaking Bad y una entrega de The Walking Dead

domingo, 15 de noviembre de 2015

Los Huéspedes, de M. Night Shyamalan



Con Los Huéspedes (o The Visit en la entrega original), M. Night Shyamalan retorna al efectivo recurso de la vuelta de rosca argumental, combinando de manera inteligente y eficaz el género del terror y el de la comedia. 

Desde hace un tiempo considerable el arte de asustar, empresa más que loable en el cine, viene complicándose. El público del cine de terror demanda eso, miedo, sorpresa, esa mezcla entre placer y el encontrarse ante la irrupción del elemento desestabilizador. Ahora bien, también ha quedado demostrado que los artificios empalagosos, hiperexplícitos, sangrientos, ya no conmueven a casi nadie, provocando en algunos casos más risas que sustos. Si bien hubo experiencias previas, podría decirse que el found footage quedó consolidado como género con The Blair Witch Project (1999). Muchos de los tópicos de dicho género son utilizados en The Visit o Los Huéspedes, la última película del director de El Sexto Sentido (1999), Señales (2002), La Aldea (2004) y La Dama en el Agua (2006) entre otros films. El último trabajo de Shyamalan narra una especie de bitácora fílmica realizada por dos hermanos adolescentes que van a visitar a sus abuelos (a quienes no conocen) a un páramo de una invernal Pennsylvania. El plan original es restablecer una relación familiar que ha roto su madre al fugarse en su adolescencia junto a su novio. No obstante, desde el comienzo de la visita, los ancianos comienzan a manifestar actitudes inquietantes, que como es de esperar, van acrecentando su intensidad a medida que la trama avanza. Pero la efectividad no la aporta solamente la estrategia de la cámara en mano y ciertos guiños sobre todo al mejor James Wan, el de The Conjuring (2013) (y aclárese que acá no son los demonios sino el desquicio de seres humanos de carne y hueso el encargado de asustar); sino también los gags de los cuales es protagonista casi principal el hermano menor (Ed Oxenbould), que aportan una impronta de comedia por momentos desopilante, constituyendo una sinergia de risas y julepes que no hacen para nada un híbrido de la historia, todo lo contrario. The Visit se realizó con un presupuesto muy bajo respecto de lo que el director (quien también escribió el guión) venía proponiendo, como por ejemplo la fallida The Happening (2008). Representa asimismo un claro retorno al tópico de la vuelta de tuerca que a Shyamalan le funcionó con creces en films como El Sexto Sentido o La Aldea. Podría decirse que aquí el hallazgo reservado al espectador no es para nada borgeano, ya que no hay ningún otro lado complementario a lo que se cuenta, pero el artificio es interesante y se va dosificando de forma perspicaz. Evidentemente, no siempre más presupuesto, significa un mejor resultado. Puede decirse que se está una vez más ante la evidencia de que lo que en definitiva cuenta es encontrar una voz y una manera propia de ejercer el cine, y está claro que con este trabajo el director hindú ha dado nuevamente con la suya con bastante acierto.  



domingo, 11 de octubre de 2015

En la cuerda floja, de Robert Zemeckis


En una propuesta no apta para acrofóbicos, Robert Zemeckis vuelve a confirmar sus negligencias como guionista, pero también su maestría como realizador de proezas cinematográficas.

¿Hasta dónde puede llegar un ser humano que se proponga una empresa lejos de la media esperada? ¿Todo es posible para quien crea que así lo es? Seguramente que no, dado que el plafón de acción de un hombre está indefectiblemente determinado y acotado por el contexto en que se mueve. En la cuerda floja, el último film de Robert Zemeckis, habla entre otras cuestiones de eso, sin embargo resalta hasta qué punto los márgenes de acción se expanden, aun ante la concreción de proyectos harto difíciles, cuando al miedo y a los pormenores se les concede un mínimo ápice de implicación. La odisea protagonizada por Philippe Petit, el equilibrista francés que en 1974 acometió la gesta de unir las ya extintas torres gemelas del World Trade Center de Nueva York caminando por una cuerda de acero, ya había sido magníficamente narrada en el documental -basado en el libro de Petit To Reach the Clouds- de James Marsh Man on Wire (2008) ganador de un Oscar en la categoría Mejor documental. (Se recomienda a quienes no lo hayan visto, ver primero el trabajo de Zemeckis para no contar con cierta información que restaría cierto grado de sana exaltación.) En la ficción, quien asume el rol de Petit es Joseph Gordon-Levitt (G. I. Joe: The Rise of Cobra, (500) Days of Summer, Inception, Sin City: A Dame to Kill For), quien junto al genial Ben Kingsley, quien no necesita exhibición de antecedentes, salvan la un tanto plana primera parte de la epopeya en que se cuentan los inicios del artista callejero de París que fue Petit y cómo de manera abrupta las torres ejercieron sobre él su fascinación, antes incluso de ser construidas. Y se escribe esto porque indudablemente el fuerte de Zemeckis es el lenguaje visual y no su rol como guionista (el guion se escribió en colaboración con Christopher Browne). Acaso el contraste entre los momentos en que los textos y las actuaciones llevan adelante la narración y aquellos en que la increíble artillería cinematográfica revive esos edificios imponentes con un realismo asombroso sea demasiado advertible, pero vale la pena acompañar al funambulista en el momento crucial de la hazaña, eso sí, acrofóbicos abstenerse, por lo menos al 3 D, porque hay secuencias en que puede tornarse difícil bancársela. El artificio del equilibrista desde la Estatua de la Libertad anticipando los flashbacks a través de los cuales se va contando la historia, no adelantando en ningún momento el desenlace, suma, dado que uno bien puede imaginarse a una suerte de espíritu circundante de la Gran Manzana, adherido a los espacios en donde sus sueños no resultaron conforme sus aspiraciones. Es por eso que se insiste en no ver el documental de Marsh si se va a ver el film. El punto quizás más flojo es cierta para nada necesaria sensiblería (no por lo banal del hecho, entiéndase) sino por la obviedad del caso, respecto al homenaje visual y silencioso que se hace a ese emblema de la arquitectura y el comercio internacional del cual los neoyorquinos prescinden desde el ataque del 11 de septiembre de 2001. No obstante, quienes gusten del cine, principalmente en sus instancias motivacional y de narración por la increíble fuerza que cobran las imágenes cuando son manipuladas con maestría, En la cuerda floja es una opción más que decente.

miércoles, 19 de agosto de 2015

César Aira: El santo



El último títere de César Aira, logra escapar de las garras de un sicario para navegar por el Mediterráneo, ser vendido como esclavo, enamorar perdidamente a la reina de un exótico país africano y descubrir el deleite de la acción tras una larga existencia contemplativa en un monasterio de la Cataluña de finales de la Edad Media.

Conociendo la obsesión de César Aira por singularizar cada ejemplar de sus libros, por dotarlos (al menos) de una infralevedad distintiva, hablar de su última novela como de la ochenta y tantas, sería contravenir uno de los rasgos caracterizadores del artífice. Acaso en las actuales épocas en que el concepto de viralización está tan en boga, podría considerarse al último trabajo del escritor nacido en Coronel Pringles como una pequeña partícula más lanzada a la multiplicación del aparentemente inagotable universo airano.
El santo nos lleva a las postrimerías de la Edad Media, a un pequeño pueblo catalán junto al mar Mediterráneo, desde donde un monje hacedor de milagros, advirtiendo la proximidad de su muerte, decide retornar a su Italia natal para morir en su terruño. Dicha decisión desencadena, ante la inclaudicable determinación del viejo asceta de cumplir con su peregrino cometido, y frente a la inminente pérdida del formidable negocio de la exhibición de su cuerpo una vez muerto, la urdimbre de un plan para asesinarlo. Para este cometido, el Concejo de correligionarios contrata al Cobalto, una suerte de sicario que persigue al santo en su viaje por mar en una falúa griega y en un barco pirata turco, y posteriormente, en un derrotero (con aires de road-movie lynchiana) por exóticos países africanos.
"¿Quieres saber quién eres? No preguntes. Actúa. La acción te definirá y determinará.", escribió Witold Gombrowicz en uno de sus Diarios; y si bien es indiscutible que el anciano religioso pasa de una vida de recogimiento a la acción, esta acción se da en dos fases muy bien definidas, ya que en un principio ese hacer, ese obrar, es forzado por las circunstancias, haciendo emerger empero, como consecuencia, como segunda instancia, un sentido de autodeterminación que va in crescendo a medida que la historia avanza. El arco transicional discurre desde un ámbito de oración, contemplación y rutina consuetudinarios, desde un día a día entre pájaros del mismo plumaje donde todo acontecer, fortuito o premeditado, se vuelve moralmente convincente si se lo atribuye a la voluntad de Dios, hacia una itinerante y exuberante vida en que hasta un apasionado romance con una reina sabe a poco ante las nuevas expectativas que van emergiendo en el transmutado hacedor de milagros; y ese quién soy aflora aportando cualidades dormidas, inimaginadas, presagiando un futuro colmado de nuevas posibilidades. “Es asombroso lo que se aprende saliendo del cascarón de lo cotidiano” dice el Cobalto al santo en el único diálogo que mantiene con quien ha sido objeto de su precipitada pesquisa.
En una entrevista que le realizaron en Montevideo, Aira manifestó: "Nunca me interesó la psicología de los personajes. Tampoco en la vida real me interesa ahondar en la psicología de la gente. En mis novelas, los personajes son solamente funcionales a la trama. Si sirven para que la historia avance, están bien. No trato de darles densidad psicológica, una redondez, algo para que crean que existe esa gente en el mundo, cuando son como figuritas, títeres que yo manejo a mi modo.", y el protagonista de El santo no es la excepción a esta pauta, el monje, si bien es un personaje forzado a actuar por la coyuntura en un comienzo y que luego acaba adquiriendo la capacidad del hacer deliberado, toma decisiones que no provienen de una mente dotada de una hondura analítica; es el característico personaje títere del autor, que como un Ema, la cautiva es absorbido por contingencias, orbes y culturas asaz desconocidos hasta entonces. 
Aira ha declarado tener que sobrellevar con cierto fastidio esa necesidad de tener que filosofar el porqué de las circunstancias, no solo las que describe el narrador de sus textos, sino también las propias. Tal vez sea por eso que el santo, ante la interpelación del Cobalto respecto de los pormenores que han hecho posible la inconsciente fuga, responde: “Para darle una respuesta, tendría que pensar, y a esta altura de mi vida y experiencia no quiero pensar más. En eso también coincidimos. Si me acepta un consejo, renuncie a la satisfacción banal del saber. Yo sé lo que le digo. Estos misterios de cuarto cerrado, y todos los de su especie, enigmas de salón, exhibiciones de ingenio, son una pérdida de tiempo. Usted espera una revelación, como quien espera ganar la lotería, pero esa revelación, que según las reglas del juego estaba implícita en los datos del planteo, es una construcción redundante además de imaginaria. ¿De qué le serviría? El caso se resuelve, y no queda nada, ni en el mundo ni en la memoria.”
Literatura Random House ha publicado hasta el momento las siguientes obras de César Aira: Ema, la cautiva (1997), Cómo me hice monja (1998), La mendiga (1999), Cumpleaños (2001), El mago (2002), Canto castrato (2003), Las noches de flores (2004), Un episodio en la vida del pintor viajero (2005), Parménides (2006), Las curas milagrosas del doctor Aira (2007), Las aventuras de Barbaverde (2009), El error (2010), El congreso de literatura (2012), Relatos reunidos (2013) y Los fantasmas (2013). El santo, en simultáneo con una selección de sus trabajos, da inicio a la Biblioteca César Aira del grupo editorial. 

domingo, 5 de julio de 2015

Massacre: Biblia Ovni


El último y existencial álbum de Massacre está sobrevolado por extraterrestres, deidades e incluso los fantasmas de Ian Curtis y Gustavo Cerati. Un acto de reafirmación de conceptos artísticos y de florecimiento de una siembra llevada a cabo en un Tiempo no tan perdido...  

Tal vez, la mal llamada madurez artística, no sea otra cosa que mantenerse firme en el lúdico y anárquico proceso de aprender a calibrar cada vez más el cincel con el cual se labra la obra que expresa las obsesiones y búsquedas de un determinado artífice. "El mamut es nuestro Jessico, bisagra, despegue" declaró Walas en una entrevista en torno a Biblia Ovni, acaso aludiendo a la evolución precedida por dicho disco (2007), Ringo (2011) y Aerial 13 (2013, regrabación del Aerial del ´97 con modificaciones en el cover y las versiones). Desde el primer tema, Mi amiga soledad, track hiperpoderoso, con un riff formidable, se percibe esa sensación de encontrarse ante un trabajo forjado sobre conceptos sólidos, granados por una banda con casi tres décadas de historia entre sus haberes. Si bien los tonos y las estructuras de las canciones son muy eclécticos en  Biblia Ovni, la lírica apunta claramente a lo existencial: evolucionismo, intervención extraterrestre o la mano de la deidad, pero en definitiva la expresión de la necesidad del ser humano de creer en algo para poder sustentar y darle sentido a su vida. No está para nada ausente en el último trabajo de Massacre la exquisitez guitarrística de Pablo Mondello y Federico Piscorz, caracterizada por esa impronta épico-melódica que no pierde nunca su afable agresividad. Por otro lado, los sintetizadores tuvieron también su papel en un disco en que en realidad se grabaron con la misma intensidad las guitarras y las máquinas, dándoseles el predomino a unas u otras en el proceso de mezcla. La producción estuvo a cargo de Alfredo Toth y Pablo Guyot, quienes entre otros antecedentes, acompañaron a Charly García en la presentación de Clics Modenos (1983) y fueron junto a Willy Iturri los integrantes de G.I.T. Las musas ceratianas han dicho presente por su parte en Biblia Ovni, sobre todo si uno se remite a la fase más rockera de Soda Stereo, que ciertamente podría cifrarse en el álbum Canción Animal (1990); Sin dormir, el tema más "canción", es quizás una de las muestras más claras de tal influencia. Domador de jaguares, el track 8, tiene una historia que involucra a Johnny Marr, a Ian Curtis y al propio Walas: “El año pasado, cuando tocó, fui a saludarlo. Le llevé discos y su libro de fotos (Instrument, con Pat Graham) donde hay cincuenta instrumentos de amigos de él, Flaming Lips, Sonic Youth, Smiths obvio. Ahí hay una guitarra que, desde chico, quise tener, la Vox Phantom. Es una viola inglesa emblemática, la usaba Ian Curtis las pocas veces que tocaba la guitarra. Y yo la pude tener ahora, que soy rocker consumado. Bien, cuando estábamos charlando con Johnny Marr, le llevé el libro y le dije que me encantaron las reseñas que hizo. El me miró a los ojos y me preguntó: ‘¿Viste la Phantom?’. Él la tiene en su casa de Manchester. Y de eso se trata: el tema dice que su casa está embrujada del fantasma del ahorcado.” Los dos últimos tracks, Despoblando el planeta (una declaración por la no procreación) y Feliz noviembre (la recuperación del Tiempo Perdido de las épocas de Cemento y el Parakultural en una cálida noche de noviembre de 2014) son los más extensos y poseen cierta impronta rapsódica y progresiva. Ya sea consciente o azarosa la opción de cerrar el disco con un tema como Feliz noviembre, el tema oficia como una suerte de balance de época de una banda que toma lo mejor de su historia para pulir cada vez más su mensaje: "...mientras pienso si esto lo soñé, nuestra siembra comienza a florecer..."


Video Oficial de Niña Dios


domingo, 21 de junio de 2015

La torre

Casi toda su vida la vio allí. Su construcción comenzó en 1971, cuando Juan José tenía cinco años. Él no recuerda mirar hacia el este sin ver la imponente imagen de la torre. Ahora luce los lacerantes síntomas de un abandono que lleva más de dos décadas. Parece que llora en silencio, vertiendo enormes brochazos de óxido que crecen año tras año. Pero se sostiene ahí, al este de la ciudad, a orillas del río Paraná, estremecida por las sudestadas, asfixiada por humedades cada vez más cerradas y persistentes, cuarteados sus restos de pintura blanca por un sol cada vez menos amigable. Doscientos cincuenta y dos metros separan el mirador que la corona, de los paseos que recorren las ruinas de lo que alguna vez fue River Park, el parque de diversiones que según afirmaban los funcionarios municipales que resistían la intransigencia de los detractores, cambiaría para siempre el albur meramente fabril que ostentaba la localidad que en los tiempos en que se erigió la torre, contaba ya con más de cincuenta mil habitantes.

Juan José está bajando la escalera del monoblock en cuyo segundo piso se halla el pequeño departamento alquilado donde vive junto a Esther, su esposa desde hace veinticinco años. Zulema vendrá también hoy a asistir a Esther, a pesar de ser el día franco de Juan José. Es que quien ya se encuentra en camino a la torre, tiene que conversar respecto de un importante asunto con don Goyena, uno de los pocos empleados que el municipio conserva en esos vestigios de lo que alguna vez representó la esperanza del despegue definitivo del lugar. Allá está ella, gigante, vetusta, magullada. Puede verse desde la calle en que camina afanoso el flaco, como se le motejó en el trabajo, en la empresa mayorista de fiambres más grande de la zona.  Trabaja ahí desde los dieciséis años, y se enteró a través de la colorada Bermúdez -adepta desde siempre a ser vehículo de malas nuevas- de que lo van a despedir de un momento a otro. Él intuyó desde la primera entrevista que tuvo con el nuevo encargado de ventas, que sería infructuoso ensayar algún tipo de maniobra para salvar su pellejo. La decisión estaba tomada ciertamente de antemano, pero el fariseísmo de los dueños de la firma, inspiró como paso previo a la comunicación (aún no efectivizada) del despido, hacer una invitación por cuenta del novel proyecto de gerente, a redoblar el mérito y el esfuerzo a instancias de no ser considerado prescindible. En resumen, las puertas del Reino están definitivamente cerradas para él.

¿Alternativas? Ninguna, concluyeron hace un par de noches con Esther. “Hablá con Goyena entonces Juan.” “¿Tu hermana?, es increíble que…” “Ya lo hablamos doscientas veces querido, no se puede contar con ellos, ya no aguanto más las recriminaciones de Silvia, sabés cómo es tu cuñada. ¿Vas a trabajar con Carlos acaso? No durarías una semana ahí, eso es un infierno. Y ni hablar de las pasadas de factura por no haberte callado.” “No me callé porque tenía razón.” “Estoy de acuerdo, pero la potestad la tienen ellos, y en este mundo, la razón…, la verdad…” “El miércoles hablo con Goyena a ver si lo convenzo entonces.” “Estoy muy cansada Juan, perdoname, sabés lo que nos espera si esto sigue su curso.” “Está bien, …, está bien Esther…”

Qué mañana agobiante para ser marzo, ya ni el clima, antes, …, ya nada… Juan José lleva recorrida la cuarta parte del trayecto que separa su domicilio de la torre. Siempre escoge este itinerario para ir hacia el río. Hace ya décadas que opta por el mayor anonimato posible, y estas calles son ignoradas por la aglomeración, por la actividad, por el espanto periódico de bocinas. Ellos marchan usurpados hacia ningún sitio, absortos en sus quehaceres, postergando, relegando, resignando algunos; enseñando, mandando, vomitando poder los otros. No, estas calles no, estas calles permanecen ajenas, contemplan al gigante que aguanta en el este. Allá va Juan José, piensa que si Carlos…, pero no, tiene razón Esther, ese tipo de favores se paga con el precio de la pérdida de la honra, no fue un error; la convalidación de ciertas cuestiones trae aparejada una sentencia a muerte a corto plazo, una muerte en vida, y mejor no estar, mejor no tener que interpretar el espectáculo de la mansedumbre ante la muerte cotidiana… Ellos no conocen otra cosa que seguir los caminos que les han sido prefijados, ni siquiera es necesario guiarlos, una vez inoculado el veneno, puede descansar el amo y ver cómo las hordas retornan trémulas a sus celdas…, cierran la puerta desde adentro. La maldita enfermedad de Esther, en diferentes circunstancias, hubiéramos podido intentar en otro lado, impugnarlos mediante el fruto de nuestros actos. No puedo dejar que empuje ella sola…, quedarme, … Haber hablado, haber hablado fue el motivo, caminar por otra calle, resistir, negarse, tantos por qué, tanta interpelación de tu parte despertó su furia, la de todos, jaja, …, lo dijo el filósofo en la tele flaco, en la tele no todo está perdido, hasta te pueden sugerir que la apagues, lo dijo el tipo a quien Carlos odia: “el pavoroso silencio de Dios…” Lo llenan con la misma música siempre, ¿qué querés flaco vos también?, siempre violentando el confort de la gente que no quiere otra cosa que vivir como Dios manda, …, “lo normal, lo normaaal, progresaaar tarambana, hacerse de algo, ser alguien en la vida”, como te gritó la colorada Bermúdez el día que le preguntaste por qué deberías hacer horas extras en el laburo. Lo normal hubiera sido callarte cuando le cerraste la boca a Carlos en la fiesta de la hija, cuando le dijiste que se guarde su moralina meritocrática y deje de adornar concejales para que le permitan seguir abriendo supermercados, cerrándole las puertas a cualquiera que le haga sombra, menos mal que se declara “liberal hecho y derecho”, jaja, …, libertad siempre y cuando la libertad no le haga mella a sus enjuagues.                        

¡Qué enorme se veía cuando Juan José tenía diez, doce años! El río mecía la canoa a la hora en que el sol del verano iba descendiendo, y proyectaba sobre la superficie la sombra del gigante de hierro fulgurando. El agua se volvía oscura, parecía que la torre, de tan exorbitante, no resistiría, desplomándose sobre el agua tibia del Paraná; y atravesar esos dos o tres segundos de duda, de desconfianza en la pericia de quienes la habían proyectado y construido, infundía a algunas tardes un cariz de trance excepcional, que lo hacía retornar a uno a su casa con la esperanza renovada, sabiendo que el coloso estaría allí aguardando el próximo reto a los valientes que se atreviesen a acercarse nuevamente a admirar la opulencia de la mole a la que ahora, mientras camina caviloso, Juan José se acerca.

No será sencillo convencer a Goyena, es a veces tan parco y distante. Pero ¿cómo negarse a que la pobre Esther, confinada a vivir en una silla de ruedas, pueda ver el río desde esas alturas? Por otro lado, no hay otra forma segura de hacerlo. Cuando Goyena limpia el mirador de la torre, que los fines de semana sigue prestando sus servicios, incluidos los del restaurant del nivel intermedio (cuya concesión Carlos acaba de obtener), las puertas balcón quedan abiertas por unos minutos y la ancha cornisa sin barandas ofrece un punto de observación incomparable para quien quiera viajar visualmente por la isla, acompañar al acuático, cristalino, esplendoroso verdor que hinca su mágico misterio lo más al este que pueda imaginarse. Todos van a comprender cuando haya sucedido. Nadie dudará. Goyena actuará compasivamente al dejar a Juan José transportar a Esther en su silla hasta un punto prudente de la cornisa, para observar, para “ver otra vez el paisaje” le habrán dicho, ¿cómo oponerse?

El flaco apura su marcha al comprobar la cercanía de la entrada a las ruinas del lugar en donde, cuando niño, ciertamente más cerca estuvo de su sueño de volar. River Park contaba con dos montañas rusas, una de las cuales, la Sky Mountain, en los célebres tiempos del parque, fue motivo de visitas, incluso las de entusiastas que llegaban a la ciudad desde el exterior del país, deseosos de experimentar la internacionalmente reputada caída en un ángulo de setenta grados, desde una altura de sesenta y tres metros. Ahora está a la vista de Juan José, quien ya atravesó fácilmente la entrada a esa desvalida desolación, la Sky Mountain, castigada por la bochornosa luminosidad de la mañana de marzo, aportando una cuota más de humedad al titán de relumbrante acero, que en su tiempo llevaba lentamente a los valientes que se atreviesen, hasta el clímax de expectación desde el cual eran abandonados por los mecanismos que anunciaban con un metálico crujido, que de ahí en más, la gravedad haría su parte. El persistente viento del norte hace que la mañana asfixie, es como una trompada de untuoso y caliente vapor que pareciera querer hacer desistir a quien camina, resuelto, a formular su propuesta a Goyena.  El silencio es casi absoluto. El río está aún a más de doscientos metros. El mutismo abrasador es interrumpido solo cuando las ráfagas refuerzan su acometida y zarandean la cadavérica herrumbre de atracciones inermes, que vista desde la torre, es comparable a un vencido ejército de bestias metálicas a quien alguien alguna vez les dio vida, olvidadas en el campo de batalla en el cual han sido exterminadas hace ya mucho, demasiado, …, demasiado tiempo.

Está ya muy cerca de la torre. Especula con que Goyena aparezca pronto. Va a ir al grano. Está resuelto a despacharse con la perorata que deliberaron varias veces con Esther. Se escucha el motor de un vehículo. Juan José mira en sentido contrario a donde se dirige y ve la camioneta de Carlos atravesando la entrada que él franqueó hace unos instantes. Se oculta tras una porción del pastizal que no se ha cortado durante el verano. No necesita agacharse demasiado a pesar de medir más de 1,80 metro de altura. La camioneta pasa a corta distancia de donde el flaco se encuentra, clandestino. El viento lleva hacia el alto pastizal la tierra que cubre porciones del poco transitado asfalto y que es removida por el vehículo. El polvo se adhiere a la cara de Juan José, quien ha decidido seguir a Carlos y averiguar qué hace en el lugar, ya que sabe que hoy el restaurant está cerrado y que su pariente no acostumbra aparecerse por aquí cuando no hay actividad. El vehículo se estaciona al lado de la base de la estoica mole. El flaco se arriesga y se oculta contra la gruesa chapa, del lado opuesto a donde se está manteniendo una conversación. Se escucha la voz de Carlos hablando vigorosamente con alguien cuya voz el intruso no reconoce:

-Si vienen los del diario te hacés el gil y les decís que no sabés nada. Es por lo de la concesión. Todavía joden con eso. Lo que faltaba ahora, la zurda reclamando competencia leal. En época de campaña sacan a relucir viejas miserias. ¿Quién no tiene un tomuer en el armario? Jejej… Acá ya se fue todo al joraca querido, hace rato, y ellos tienen la culpa. Acá o pegás primero o te aplastan como a un sapo. Este ispa está hecho mierrrda. Por  suerte con los del canal ya está todo arreglado. Lo de tu laburo ya está conversado en la municipalidad. A Goyena le sale la jubilación en estos días. Escuchame, van a venir a traer unas cajas de parte de López Carrió. Ayudales a entrarlas acá en la base. Secreto, jaja. No. Son unos útiles para entregar a los pibes de la isla el sábado a la mañana. Van a tomar un refrigerio en el restaurant. Yo les voy a hacer el recorrido por la torre. La gente tiene que empezar a ver más seguido la cara del futuro intendente che, jaja. Después hay que dejar todo limpio. ¿Tu jermu puede venir a darles una mano a las pibas?

-Sí don Carlos, no se haga problema, ella viene.

-Después hablo con la encargada para que le pague.

-Lo de la otra vez no lo cobró todavía don Carlos.

-¿Qué cosa?

-Lo de la limpieza cuando usted se mudó a la casa nueva.

-Uh querido, no te preocupes, yo le digo a Silvia que es ella la que anda con la guita chica.

-Y yo ¿cuándo cobraré más o menos mi sueldo? ¿Usted sabe?

-Y mirá, la burocracia es así, pero cuando te liquidan te liquidan todo junto. Paciencia Pedrito, el que quiere celeste… Además, una vez que entraste no te saca nadie de estos cargos. Paciencia mi querido que como te dije, el puesto yo lo tenía pensado para el inútil del cuñado de mi jermu que lo rajan de la distribuidora, pero la verdad no se lo merece con ese verso de reventado que tiene. No hay que pensar Pedrito. Hay que hablar poco y agachar la cabeza si uno quiere que lo dejen subir al tren cuando pasa. Aceptar que hay gente que nace para mandar y otra para obedecer. Cuando yo sea intendente, se le termina la joda a mucho vago por acá. En cierta forma, es como dijo Esp, bueh, un economista, un capo al que debería dársele bola en este país para volvernos un ispa moderno y no este apañadero de inútiles. Escuchá lo que dijo el tipo: “uno en cierta forma nace solo y muere solo, ¿por qué tanta dependencia de la teta del estado para vivir?” La hermana de Silvia cobra una pensión por discapacidad por ejemplo. Está bien, está en silla de ruedas. Pero flaco favor le hacen así. Algún trabajo se le podría buscar para que se entretenga y se sienta útil. El populismo querido, el populismo es la plaga de Sudamérica. Che, si vienen los del diario no les largás prenda, te encerrás acá y listo. Si joden mucho me llamás. Y hoy a las siete en el local de campaña eh, que viene a disertar el futuro Presidente de la República. Te me vas bien empilchado eh.

-Si don Carlos, a las siete estoy. Por favor, si no se olvida, recuérdele a su señora lo de la limpieza de la mudanza. Necesitamos la plata.

-Tomá, te adelanto cien y te llevás un par de cajas cuando lleguen. Un par eh. Mirá que están contadas. Jaja. Chau querido, nos vemos en la cúspide, jejej.

No es todavía mediodía, y el sol, acompañado por la humedad, castiga de manera implacable. Habrá que repensar la forma. Llevaría demasiado tiempo intimar con Pedro. Habrá que considerar una nueva estratagema. ¿Qué decirle ahora a Esther? El flaco opta por no regresar a casa. Bordea el alto alambrado que demarca el límite entre las ruinas del parque y un veredón de baldosones cuarteados que concluye su trecho en el río. Una perra husmea en las bolsas de residuos donde se sacan las sobras del restaurant de Carlos. Juan José la llama. El animal obedece y se acerca jocoso. Los perros de la calle son como almas en pena en busca esos dioses imperfectos, ciegos, perdidos, que son los hombres. Llegan al río. Los sauces de la costa mitigan la furia del mediodía. Él se recuesta contra el tronco de uno de esos árboles a escuchar el sonido de la corriente discurriendo hacia territorios más favorables. Ella apoya su hocico en el regazo de su nuevo dios. Él acaricia su cabeza. El tiempo se desacelera. El melancólico viaje del río, su música, su movimiento (todo movimiento conlleva una esperanza), envuelven la modorra compartida, el sueño compartido; él se duerme para regresar al agua de la infancia, a las verdaderas horas; ella sueña despierta que este anhelo será el último, y lame tiernamente la mano de un hombre que tal vez esté recuperando algo.

Más allá no había otra cosa que bañados, cubiertos por una especie de hierba oscilante. Daba la impresión de encontrarse ante una enorme alfombra en flotación sobre el agua, desgarrada arbitrariamente por quién sabe qué mano poderosa. Caminó por un gigantesco puente hasta poder apreciar una de esas ciénagas, de las cuales, por efecto del sol, emanaban haces que dificultaban la visión, provocados por el reflejo de la luz en los sitios en que el agua quedaba librada del verde y espeso apretujamiento. ¿Y más allá aún? La reminiscencia de aquellos canales navegados en su infancia y su adolescencia, el resabio de una visión cada vez más remota, pero que sin embargo, preservaba y preserva íntegra la sensación de un enigma no revelado, atesoraba y atesora el olor dulzón de ese agua capaz de cantarle a los pescadores el arrullo que tiñe de fe la espera…

Has contemplado en sueños ese río, desde esas otras alturas, has presenciado la sagrada turbiedad de un viento transparente... Te recobra el agua dulce, ferviente perseguidor de una pretérita música…


sábado, 9 de mayo de 2015

Leonardo D'Espósito: Todo lo que necesitás saber sobre cine


Leonardo D'Espósito, además de ser el autor de Todo lo que necesitás saber sobre cine, es crítico cinematográfico, docente y periodista. No solo se lo conoce por sus publicaciones en medios nacionales como El Amante/Cine, Ñ, Noticias, Brando o Perfil, sino también por su colaboración con medios internacionales como Global (República Dominicana), Kinetoscopio (Colombia) o Cinémaction (Francia). Sería imposible condensar en un libro de poco más de trescientas páginas todo lo que el potencial lector necesita saber respecto del cine, dado que si bien se trata de un arte que cuenta con algo más de un siglo desde su discutible nacimiento como tal, mucho se ha reflexionado sobre él, no solo desde la crítica, sino también desde la semiología, la sociología y la filosofía, yendo a la par los diversos abordajes, de su crecimiento y consolidación como herramienta narrativa, como instrumento de difusión política, como entretenimiento o bien como multimillonario negocio. Empero, Todo lo que necesitás saber sobre cine, es una valiosa herramienta para quienes busquen no solo información teórica o un recorrido por la historia del séptimo arte con su consabida lista de films, sino también instrumentos para reformular películas ya vistas, reconociendo incluso en el trabajo de directores del mainstream, las huellas de las escuelas que revolucionaron la manera de filmar. Una travesía visual (si se la acompaña con la extensísima filmografía sugerida) desde las pantomimas luminosas de Émile Reynaud en el Musée Grévin de París, la consolidación de Hollywood como una industria vigorizada por los maestros europeos, o los incisos dedicados a directores como John Ford u Orson Welles, hasta las vanguardias que revitalizaron el arte del celuloide, pasando por la pornografía o el cine de autor; desde el enfoque de los aspectos técnico-visuales, las teorías cinematográficas, o cómo la actuación se ha ido modificando conforme el cine fue mutando, hasta el paseo por los Festivales y sus políticas de premiación, pasando por la incorporación de lo digital o el constante espíritu de experimentación cinematográfica. Hecha esta sucinta reseña, se recomiendan tres cosas: la primera, comprar el libro; la segunda, tener en cuenta que su lectura conllevará la necesidad de ir apuntando data e ir bajando cintas de la web; la tercera, aprontar y actualizar softwares succionadores y comprarse un hd de por lo menos 1 tera para archivar el material.