miércoles, 13 de noviembre de 2019

First Love (Hatsukoi), de Takashi Miike, en el marco del 34º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Con evidentes desbalances entre su primera y segunda mitades, el actual trabajo del director de Audition es una clásica película de yakuzas, contada principalmente desde la perspectiva de una prostituta y un boxeador adolescentes del Japón contemporáneo.


Encontrar un denominador común entre la extensísima filmografía de Takashi Miike (tiene más de cien películas en su haber) es difícil, al menos desde lo argumental. Pero desde el glacial sadismo de Audition (Ôdishon, 1999), pasando por el tetricismo onírico de su corte Box en Three Extremes (Sam gang 2, 2004), Big Bang Love, Juvenile A (46-okunen no koi, 2006) u Over Your Dead Body (Kuime, 2014), hasta la bellísima comedia musical For Love's Sake (Ai to makoto, 2012), si hay algo que cifra al cine del prolífico director japonés, es su fe en la narración visual y su constante apuesta por trabajar una amplia diversidad de universos cinematográficos desde ese lugar.

First Love es, para empezar, una clásica película de yakuzas. Pero no es solo eso. Retoma, en su aspecto acaso más occidental, si bien no es una película de boxeo, el tema interesantísimo de la épica en la arriesgada vida de un boxeador. Y es además una historia de amor adolescente, sobre las disfuncionalidades familiares, sobre la relación con la muerte y sobre el enorme potencial de un ser humano ante la ausencia del miedo a perder su vida.

A Leo (Masataka Kubota), un joven boxeador, le es diagnosticado un tumor cerebral que dada su ubicación es imposible de extirpar. Pero en medio del duelo ante la inevitable pérdida de su vida, conoce a Yuri (Sakurako Konishi), una prostituta adolescente que está involuntariamente involucrada en un embrollo relacionado con una entrega de metanfetamina en el que participan un policía corrupto y dos facciones enfrentadas de yakuzas. A partir de ahí comienza una de esas características y un tanto confusas persecuciones en las que no se ahorra en accidentes automovilísticos, katanas samuráis, paralizadores eléctricos, partes de cuerpo cercenadas (cabezas incluidas), sangre brotando a ramalazos, humor, ese humor de ciertos filmes orientales en donde uno en ocasiones no sabe si lo cómico radica en las diferencias culturales con occidente o en la intención del guionista (Masa Nakamura en este caso) de hacer reír; y hasta tiene este último trabajo de Miike su celebrada parte de animación. Y volviendo al tema del humor, la actuación de Shôta Sometani, quien interpreta a Kase, un mafioso de poca monta dando sus torpísimos primeros pasos, se lleva todas las loas.

Sin dudas el momento en el que se aprovecha al máximo todo el potencial visual, sumado a la coralidad que posee el film (coralidad contada de manera bastante desprolija en las primeras escenas), es la extensa secuencia que transcurre en un enorme hipermercado. Es allí donde se da la confluencia e interacción de todos los personajes principales, en donde todo es acción al cien por ciento, y en donde los gags funcionan de manera mucho más fundamentada que en ninguna otra parte.   

Puede decirse que First Love está en la franja media en cuanto a la calidad de los trabajos de Takashi Miike, alguien que puede hacer más de diez películas por año. Hay que hacer hincapié en que se advierte un proceso bastante torpe en lo que respecta a la presentación de los protagonistas y asimismo una disparidad demasiado evidente entre la un tanto desinflada primera mitad del film y la intensa y divertidísima parte que la sucede, en donde la acción y la capitalización del potencial de los personajes son mucho más aprovechados. Pero como se escribió antes, el distintivo incuestionable de la escrupulosidad visual que caracteriza al director de Audition, se comprueba a lo largo de sus 108 minutos de duración.