domingo, 25 de enero de 2015

Whiplash: música y obsesión



Sangre, sudor, lágrimas y mucho jazz propone al espectador la intensísima y obsesiva experiencia a la que nos invita el joven y premiado director Damien Chazelle

Los aficionados al jazz conocen la anécdota acerca de la deshonra que sufrió Charlie Parker cuando el baterista Jo Jones le arrojó un platillo en medio de una jam session. Así lo relata Roy Carr en el libro Un siglo de Jazz: “a una edad muy temprana, el impresionable (Charlie) Parker sufrió la humillación de ser expulsado de una jam session en Kansas City delante de sus compañeros. El incidente tuvo lugar cuando el innovador baterista de Basie, Jo Jones, mostró su descontento lanzando su platillo por el suelo mientras Bird tocaba.” Damien Chazelle, director y guionista del film que se está reseñando, padeció por su parte los tormentos infligidos por un profesor cuando intentó seguir la carrera de baterista, empresa de la cual desistió al constatar su supuesta falta de talento para la música. A raíz de esta experiencia, surgió un corto que triunfó en Sundance y que ofició como precursor de Whiplash.

Andrew Neyman (Miles Teller) es un ambicioso estudiante de batería de 19 años de la escuela de música Shaffer de Nueva York. Su anhelo de consagración no le permite imaginarse siquiera quedar en los anales del jazz un ápice por debajo de un Buddy Rich o un Max Roach, y está dispuesto a todo lo que sea necesario para lograrlo, incluso a someterse a los despóticos métodos de enseñanza del profesor Terence Fletcher (J. K. Simmons). La película no se propone otra cosa que narrar el abrumador derrotero que conlleva este proceso de formación. Todo se centra en eso, utilizando solamente un par de historias subsidiarias al relato principal [la del padre de Andrew (Paul Reiser) y la de la fugaz novia (Melissa Benoist)] con el único objetivo de agigantarlo.

Tal vez el interrogante más claro que plantee la película sea el de si es válido, en nombre de la excelencia artística, en busca de un Bird o un Davis (si de jazz hablamos), apelar a métodos pedagógicos que pongan en riesgo incluso la integridad física o la vida de quien los padezca, pero que acaso, en última instancia, tras horas de sangre, sudor y lágrimas, salga redimido y acrecentado gracias a ellos.

La actuación de J. K. Simmons en este rol opinablemente secundario es maravillosamente agobiante. Por su parte, la interacción de la música -protagonista primordial a lo largo de los 106 mts. de duración de la cinta- con la rítmica visual que propone Chazelle, es quizás el logro cinematográfico más claro de esta historia de ascenso a las cumbres de la gloria musical. Un capítulo aparte es el último concierto, en que este contrapunto de imagen y sonido llega a su clímax.

Whiplash está nominada al Oscar (2015) en las categorías: “Mejor película del año”, “Mejor actor secundario” (J. K. Simmons), “Mejor guión adaptado”, “Mejor logro de edición” y “Mejor mezcla de sonido”, habiendo cosechado lauros y estando promovida a futuros galardones en numerosas competencias como los Globos de Oro (2015), Premios BAFTA (2015) , Screen Actors Guild Awards (2015), Premios AFI (2015), Festival de Cine de Cannes (2014), Los Angeles Film Critics Association Awards (2014) y una profusa lista de otros premios al Cine. 



Ficha técnica:

Título: Whiplash: música y obsesión
Título original: Whiplash
(Estados Unidos (2014), hablada en inglés)
Dirección y guión: Damien Chazelle
Fotografía: Sharone Meir
Música: Justin Hurwitz
Edición: Tom Cross
Diseño de producción: Melanie Paizis-Jones
Elenco: Miles Teller, J.K. Simmons, Melissa Benoist, Paul Reiser, Austin Stowell, Nate Lang
Distribuidora: Sony Pictures
Duración: 106 minutos
Calificación: apta para mayores de 13 años