Nadie más que Amelia
puede escuchar el deceso
de un silencio encerrado:
deseas vivirme en silencio.
Estas épocas de soles totales,
de inviernos humanos,
han levantado un muro entre mí y lo posible.
Piensas transitar otras calles,
las de aquí, refugio de fantasmas,
se han vuelto fatales,
piensas retornar a los dominios del silencio,
donde el arte, desvelo de tontos,
voracidad de farsantes,
se vuelve innecesario.
Volver, retorno, regreso...
El artífice se derrumba
cuando el sueño me rehace,
utopista del eterno movimiento
busco despertar bajo otras luces
al que se ha vuelto padre y prisionero de un mundano embujo.
Volver, retorno, regreso...
Ay de los aliados que duermen,
ay de este destierro,
ay de aquel nublado río...