a Pablo,
por regresar
Caminaré,
perturbaré al menos por un instante
a este siniestro remanso de calamidades.
Caminaré,
sordo y ciego ante el ruinoso ruido
de las ruinas que empiecen a caer
en su propio abismo.
Caminaré,
caminaré con el retumbo de Hawthorne,
de Walker,
de Cormac
en el alma,
vacío el corazón,
a la espera de esas amarillas constelaciones
que danzan con el cálido vientecito de diciembre.
Caminaré,
dejaré atrás la vigilia vana,
las tierras ajenas,
para sumirme en la estrepitosa cancelación
de una anticipada y absurda muerte.
Caminaré quizás sin cómplices,
sin canciones anodinas,
sin el fragor de las antiguas arengas,
sin la esperanza de recobrar
el evadido e ilusorio fuego.
Réprobo de toda reprobación,
desbarataré con un silencioso y sostenido paso
las primeras pertenencias.
Caminaré,
pagaré uno a uno mis genuinos pecados,
inserto de lleno en la inconmensurable estridencia
de un tiempo ajeno al Tiempo.
Caminaré, caminaré...