domingo, 8 de septiembre de 2019

It: Capítulo 2


Con grandes contrastes respecto de la primera entrega, It: Capítulo 2 apela mucho más a las estrategias visuales que a las sutilezas psicológicas.

Al realizar la primera parte de It, estrenada en 2017, Andrés Muschietti no solo entregó un hermoso film-homenaje que se convirtió en simultáneo en un éxito de taquilla y en una de esas excepciones del género de terror que sortean la difícil tarea de asustar y entretener desde un lugar genuino y con algo original para narrar; aquel proceso y sus resultados, también le valieron al director argentino una relación bastante estrecha con Stephen King, de quien es conocida su meticulosidad a la hora de dar visto bueno a películas basadas en sus novelas.

Ahora, esta segunda parte dirigida también por Muschietti, se ubica veintisiete años después, poniendo el foco en los ya adultos Beverly Marsh (Jessica Chastain), Bill Denbrough (James McAvoy), Richie Tozier (Bill Hader), Ben Hanscom (Jay Ryan), Eddie Kaspbrak (James Ransone) y Stanley Uris (Andy Bean), quienes son convocados a volver al pueblo de Derry por su amigo de la infancia Mike Hanlon (Isaiah Mustafa) debido a que el aterrador Pennywise (Bill Skarsgård), con todo lo que ha representado en sus infancias, ha vuelto. El antiguo Club de los Perdedores deberá emprender ahora una nueva disputa contra ese payaso que simboliza el compendio de todos sus miedos y limitaciones, tanto como el espejo de la ceguera de una sociedad que aparece claramente escindida de semejante odisea. 

Tanto en la novela de King de 1986, como en la adaptación en formato miniserie de 1990 que dirigió Tomy Lee Wallace, la historia ha demostrado ser mucho más efectiva (sobre todo en lo concerniente a la escala psicológica), en la parte que pone el foco en la infancia de los personajes. El motivo ha sido harto abordado siempre que se habla o se escribe sobre el género en general: la psicología de un niño y su inocencia lo hacen pasible de ser una presa mucho más apetecible para el mal, sea cual fuere la forma en que este encarne. Y es evidente que en este caso, esta segunda entrega con guion de Gary Dauberman, intenta compensar ese desbalance, apelando a estrategias visuales, efectos especiales y toda una artillería fílmica que si bien entretiene y logra que las casi tres horas no pesen, provoca que la dimensión emocional de los personajes se diluya en semejante despliegue de artificios cinematográficos. Artificios en los que los homenajes están a la orden del día: guiños al cine de terror (obvios y para entendidos), a la cultura de la década de los ochenta, y cameos o pequeños papeles que van desde el del propio director, pasando por Peter Bogdanovich y Xavier Dolan, hasta el mismísimo Stephen King en una actuación con un homenaje 100 % argento. 

Hay que decir por su parte, que el manejo bastante efectivo de una historia que en esta instancia se vuelve mucho más coral, con constantes líneas de tiempo que retrotraen al pasado a los protagonistas, consagra a Andrés Muschietti como un realizador capaz de lidiar con este tipo de argumentos que de no ser bien trabajados, corren el peligro de desbarrancarse y de llevar la película a volverse un gigante con pies de barro. Debe tenerse en cuenta también que entretener ante todo, rodar y tener que vérselas con actores de altísimo caché, bajo el peso de un enorme presupuesto de realización y en consecuencia bajo exigencias de resultados acordes a las circunstancias, son desafíos que pueden hacer en Hollywood, que el no estar a la altura de la coyuntura, pueda significar un traspié imperdonable para un director con un catálogo aún modesto como el del director argentino.

Si bien los contrastes con la vena mucho más íntima, emocional y psicológicamente más efectiva de la primera parte son demasiado manifiestos, para los que busquen terror visual hasta el empacho, toda la carne puesta al asador y un buen rato de sobresaltos y julepes por doquier (baldes de pochoclos mediante), It: Capítulo 2 es una dignísima opción que puede asimismo llegar a convertirse en un film que muy probablemente supere los récords de taquilla de su predecesora.