domingo, 5 de octubre de 2014

Gone Girl: de David Fincher



Con Gone Girl, David Fincher vuelve a fascinar con su maestría para dirigir thrillers y policiales psicológicos. 

David Fincher (Se7en, El club de la pelea, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button) puede contarse sin dudas entre los mejores narradores cinematográficos del mainstream norteamericano de los últimos 30 años. Gone Girl, su última película, basada en la homónima novela de Gillian Flynn, es una prueba más de las virtudes de Fincher en lo concerniente a hacer de la cámara un propulsor de climas psicológicos, sensaciones e interpretaciones visuales en el espectador. Nick Dunne (Ben Affleck), un maltrecho y joven habitante de un pueblo del estado de Missouri, en el medio oeste norteamericano, descubre una mañana que su mujer Amy (Rosamund Pike) ha desaparecido de su casa. Desde un principio las sombras de sospecha recaen sobre Nick, circunstancia esta exacerbada por la cobertura mediática con que rápidamente cuenta el caso, haciéndole cobrar un interés de connotaciones nacionales. Sin embargo, más temprano que tarde, la trama comienza a mostrar aristas que el director utiliza para hacer un claro homenaje al cine de Alfred Hitchcock. Sin ánimo de adelantar cuestiones argumentales, cabe apuntar que Hitchcock hablaba de dos fórmulas en el métier de contar crímenes, una, en la cual había que transitar el film hasta el final para descubrir al asesino, la otra, consistente en hacer partícipe al espectador de sobre quién recaía claramente la culpabilidad y concentrar la trama en el proceso de pesquisa del criminal. Gone Girl, cuyo guión tiene también por artífice a la propia Flynn, utiliza uno de estos dos tópicos. Pero además de los merecidos honores al legendario director inglés, la película no pierde oportunidad de tratar temas contemporáneos: el tratamiento de los medios de comunicación, sobre todo el de la televisión, respecto de este tipo de casos, con su mezcla de frivolización y pavorosa singularización, dándole al televidente -y logrando el efecto deseado- el caso juzgado sin contemplar aristas, pormenores o segundas interpretaciones. El rol de los mass media es un tema central de la última entrega de Fincher: entrevistadores estrella, vecinos con ansia de estrellato aprovechando la cercanía del crimen y el supuesto consustanciamiento con sus partícipes y carísimos abogados famosos, constituyen un aspecto sustancial del retrato de época que contiene la cinta. Por su parte, se fondea en ciertas particularidades emergentes de la reciente depresión económica como uno de los factores determinantes del proceder y las especulaciones de algunos de los personajes, no restando asimismo hincapié en la representación de esos dos imaginarios un tanto arbitrarios pero existentes aún en los Estados Unidos y en países de similares características: el cálculo y la frialdad de los habitantes de las megalópolis por un lado y la candidez pueblerina del interior por el otro. Es una redundancia a estas alturas afirmar que el cine o el arte en general, comercial o masivo, no tienen por qué prescindir del planteamiento de un grado de participación por parte del público, proponiendo interrogantes y no ahorrando ciertas incomodidades. Gone Girl adscribe a ese orden de propuestas fílmicas, dejando juicios abiertos, análisis y discusiones a ser zanjados por el espectador.