miércoles, 27 de agosto de 2025

Nuestras ansiadas ciudades

Algo me ha dicho que en realidad 
no hay distancia,
que nuestro andar
o cesar 
es hallarse en destino,
que nuestro hablar 
es violar un secreto,
que los genuinos pasos
han de darse 
siempre en peligro,
han de darse 
osando burlar 
el infame coloquio de la lluvia.
Mas no obstante 
ella vendrá con su jungla,
llegará con sus huestes
de ramas carnívoras,
el agua,
infame alegría
de almas rendidas.
Y tú serás,
serás por eso 
al fin semilla 
o no serás nada,
serás un soplo de Dios
en busca de tu aire,
serás, serás.
Y con todo,
hijo del único sol,
el tuyo, 
el nuestro,
has de fingir demencia 
de ser preciso,
has de aferrarte al escudo del NO
y a tu música, 
has de afianzar tu atavío.
Has de leer la memoria 
en tus diestras manos,
surcar cauteloso
la palabra justa,
hacerla tuya,
solo tuya,
has de portarla encendida
y volverla poesía.
Pues la canción ya se ha escrito.
Pero la música 
suena en su cielo 
o no suena.
Y nuestros cielos no admiten 
la pavorosa barbarie del agua 
cuando se atreve a impregnar 
nuestras noches,
nuestros cuerpos,
nuestras calles,
nuestras ansiadas ciudades.

lunes, 4 de agosto de 2025

Nuestra única música

a Manuel,
testigo secreto

Antes que se muera el cuerpo,
antes del abismo,
de la eterna caída en la eternidad,
cantaré para recuperar el olor de las uvas,
que me abandonaron.

TANGUITO

¿Qué le ocurrió a cierta música entonces?
El trigo, a días de la siega, 
bailaba con esa brisa amigable 
que había desalojado al calor de diciembre.
Bastaba el sonido de nuestros pasos,
nuestro silencio,
nuestra intuitiva memoria,
bastaba confiar en la escena
que atávicamente nos impelía
a avanzar,
ser parte de un canto 
que nos hablaba, 
nos andaba, 
nos bailaba a su antojo.
E íbamos hacia quién sabe dónde,
entonces,
colmados de una fe compartida,
velando nuestro encendido secreto.
Paso a paso.
Sueño a sueño.
Rayo a rayo.
Golpe a golpe.
¿Qué sucedió a cierta música entonces?
Nos aguardaba,
y lo añorábamos,
entonces,
nos esperaba la furia,
nuestra primera batalla.
Privada.
Juvenil.
Sustancial.
Futura e inexorable condena.
Estábamos cantando
nuestra impúdica e irrefrenable 
gracia de infantes,
rock 'n' roll,
inmersos en ese cielo
que nos tragaba,
confiados en nuestra inefable voz 
de cándidos impostores.
Tú respirabas mi aire,
entonces,
y yo cantaba en secreto
tus adoradas canciones.
Y el silencio,
el silencio ante todo
fraguaba nuestra invencible aventura.
Por eso.
Pregunto.
¿Qué le pasó a cierta música entonces?
Dos fugitivos acordes
armonizando una extraña 
y a la vez dulce melodía,
oída en sigilo.
Pues todo era incógnito, 
entonces.
Incluso el olor de esa sopa de abuela 
que urgió en la canción.
Y lo invitamos a entrar,
¿cómo negarnos?
Y cada uno a su modo
recobró aquella mística 
estrofa de la infancia
para llevarla a morir a un altar invisible.
¿Pero quién lo sabía entonces?
Brillábamos con el sol del mediodía
sin atisbar que rogábamos al unísono,
volábamos sin saberlo 
armados hasta los dientes 
de cálida juventud.
Se avizoraba una guerra opulenta.
Vedada.
Vagábamos hacia ella.
Olvidados de todo y por todo.
Círculo de brisa y fuego
que nos flameaba a su antojo.
Sus propias canciones.
Sus otras canciones.
Nuestra única música
de pieles robadas 
a la sublime potestad de la luz.
Y nadie,
ya nadie caminaría esa noche
sobre esos frágiles techos de papel.
Por eso.
¿Qué le ocurrió a cierta música, 
entonces?

miércoles, 30 de julio de 2025

Los senderos por venir

a Pablo,
por regresar

Caminaré, 
perturbaré al menos por un instante 
a este siniestro remanso de calamidades. 
Caminaré, 
sordo y ciego ante el ruinoso ruido 
de las ruinas que empiecen a caer 
en su propio abismo. 
Caminaré, 
caminaré con el retumbo de Hawthorne,
de Walker,
de Cormac
en el alma, 
vacío el corazón, 
a la espera de esas amarillas constelaciones 
que danzan con el cálido vientecito de diciembre. 
Caminaré, 
dejaré atrás la vigilia vana,
las tierras ajenas,
para sumirme en la estrepitosa cancelación 
de una anticipada y absurda muerte. 
Caminaré quizás sin cómplices, 
sin canciones anodinas, 
sin el fragor de las antiguas arengas, 
sin la esperanza de recobrar 
el evadido e ilusorio fuego. 
Réprobo de toda reprobación, 
desbarataré con un silencioso y sostenido paso 
las primeras pertenencias. 
Caminaré, 
pagaré uno a uno mis genuinos pecados, 
inserto de lleno en la inconmensurable estridencia 
de un tiempo ajeno al Tiempo. 
Caminaré, caminaré...  

domingo, 6 de julio de 2025

Cantarina

Nocturna, urbana, silenciosa, 
obsesivamente joven, audaz, 
suicida,
noche a noche
enfrentabas aquel tiempo.

Se libraba aquella guerra ante tus ojos.
Transitar aquellas calles
solía despertar su irrefrenable cólera:
transeúntes sin patria ni bandera alguna
azoraban la oscura transparencia
que en las lunas gélidas de julio,
te atrevías a andar, 
solitaria, 
incógnita,
cantarina.

Es que amabas, 
amabas con tanta furia, 
tanto frenético goce
ese lugar secreto 
que abría sorpresivamente sus puertas.
Y elegías entrar, 
oficiar un juego
ambiciosamente tierno 
y a la vez perverso.
Es que las reglas de tu falsa vida
no calaban allí, 
allí señoreaban simplemente 
aquellos cuerpos sin alma, 
librados más tarde por vos a otras faenas,
y huías mientras ellos, 
incautos, ya sin armas para luchar, 
ya sin piernas para regresar a casa, 
temblaban su ternura, 
se aferraban al ruinoso premio 
por morir a sí mismos;
y luego volvían, 
vaya si volvían a su noche 
para ser vejados nuevamente.

¿Qué música habías escuchado
en aquel río,
aquellas aguas
que anticiparon ese océano
sin hablarte de esos vientres,
de esos dioses que fugaces
recobraron para vos 
la anhelada lejanía?

Y seguías andando 
inclaudicable, 
buscabas esa voz 
inveterada, 
bailando a cada paso 
tu inquebrantable fe:
azul, siempre azul, 
musical, siempre musical,
aguardabas un nirvana de Mojaves, 
tan esteparia, 
tan presumidamente frágil,
surcabas palmo a palmo
el pavoroso filo del destino
que franqueaba tu marcha, 
acaso por ventura, 
acaso por arbitrio, 
acaso por dejarte discurrir
hacia una última e inexorable trampa.

Muchos perros de la calle
quisieron seguir tus pasos
y fueron cruelmente disuadidos
de sumarse a esa plegaria, 
peregrina, sí, vos, 
peregrina, cantarina, vos,
vos forzabas los límites 
de tu propio espanto 
alcanzando nuevas cimas 
para finalmente,
dueña de una victoria secreta,
volver sobre tus pasos 
a tu primera guarida, 
noche a noche, 
luna a luna, 
tango a tango,
y planear otro festín, 
otro de los tantos funerales 
en que orabas tus estrofas
ante un hombre que yacía 
en su póstuma penumbra.

¿Qué música habías escuchado
en aquel río, 
aquellas aguas
que cantaban su arrullo 
solo para vos,
te hablaban de esas pieles,
esa sangre manando, 
ese atávico sonido
de puños haciendo tronar 
su adolescente y masculina rabia?

Y el futuro se adueñaba de vos, 
nuevamente,
la alegría traccionaba tus pasos
y aquellos mágicos soles 
te llenaban de esperanza.
Y volvías a creer por un instante.
Y elegías las veredas solitarias, 
desafiabas impetuosamente al destino, 
cantarina, sí, vos, 
cantarina, musical, 
caminabas entre cuerpos 
que no habían acabado de morir.

Mas los días que vinieron
ya no fueron el atajo a una utopía,
insuflaron en tus huesos la sustancia
de un presente ajeno,
implacablemente inmóvil.
No bastó el auxilio del vino,
de la música, 
de los poetas,
de las nuevas canciones;
desfilabas, entonces, 
acarreando esa niña perdida.
¿Quién te andaba entonces?
¿Qué diabólica entidad 
se servía de tu marcha, cantarina?
Andabas con los huesos secos, 
el alma a oscuras, 
pero llena, siempre llena
de una lejana memoria.

¿Qué música habías escuchado 
en aquel río, 
aquellas aguas 
que aun oscuras,
te acercaron un destello 
de playas amigables, 
de aromas cómplices, 
de miradas ingenuas?

Hoy,
cantarina,
sigues buscando 
tu prometida Patria.
Y te vemos andar, aún, 
andar,
con el cuerpo seco,
con el alma llena.

miércoles, 9 de marzo de 2022

Al perfume de las manzanas

Todo animal debe descansar,
sentarse bajo esa sombra que lo acompaña. 
Siempre.
El arte del movimiento certero 
no está en la fuerza,
radica en el florecimiento de una espera 
sucedida por lo que erradamente 
algunos llaman milagro.
Mas muchos han de verte crecer 
en tu manso silencio
y la oscuridad más atroces,
soportando siglos de una lluvia que no cesa,
devorando partes de tus huesos 
para poder capear la lejanía del sol, 
del añorado desierto.
Ese que como tú, aguarda, siempre aguarda.

Muchos han de verte plagiar canciones,
mentir a cada paso en un lenguaje que aún no ha nacido,
fluyendo por tu sangre.
Muchos inventarán historias falsas 
para poder tolerar tu tiempo de permanencia, 
allí, en tu primera guarida.
Y muchos preferirán ignorar 
el sonido de tus pasos en círculo,
ocultarse del brillo que emanará tu contundente ausencia.

De lo único que deberás ocuparte, 
será de preservar boyante el sonido 
que alguna vez te reveló tu estrella 
en el nítido cielo de los primeros tiempos.
Allá, cuando ese río que aún vuelve,
no pesaba por su agua, 
cuando solo prometía guiarte a ese anhelado lugar desconocido.

Todo sigue sucediendo, en tu primera guarida.
Aún no has acabado de concluir tu primer aliento.
Ese halo, ese instinto
que ha sido ante todo un testigo elocuente: 
la muerte de tantos,
tantos que junto a ti han andado.
Y es por eso el homenaje, es Vosotros con mayúscula 
y no un perverso ustedes. 

Hay palabras que estrangulan a las ciudades,
las vuelven inhabitables,
circulan acompañadas de pavorosas miradas y silencios.
Y con todo, desde niño, 
aprendiste a descubrir y refugiarte en la voz de los muertos...
Te acompaña desde los primeros tiempos 
la memoria de esa brisa 
que no deja de recordarte el perfume de las manzanas 
brillando bajo el sol del invierno. 
Qué inolvidables, laboriosas manos te acercaban el milagro: 
muchas de aquellas mujeres caminan ahora junto a ti 
y escriben por ti tus propias canciones.

Son tiempos de déspotas 
capaces de lo que sea con tal de usurpar 
la sagrada libertad que debiera regir la vida de los pueblos. 
Las oraciones de las madres son acalladas por sus bombas. 
Se agiganta ese este de tierras blancas, nefasto, 
al que muchos todavía siguen volviendo su rostro. 
Y has sido testigo de tantos falsos profetas de la igualdad 
pisoteando sus falsas banderas a cada paso,
declamando nirvanas y sembrando infamias. 

Pero es hacia adelante tu poema.  
Hacia ese sitio breve y definitivo 
que precederá tu último e involuntario movimiento:
pero antes deberás recordar 
que no habrá libertad posible 
hasta que sueltes la última mano,
decidas ser un individuo, 
olvides sus discursos, 
inventes tu propio lenguaje,
te vuelvas un silencioso y solitario profeta, 
prediques con la gracia del invisible trazo 
que dejan las águilas en su vuelo.

Oración a los muertos que te buscan
antes de tu regreso,
te rondan como a una presa exangüe 
deseosa de dilatar su inexorable último paso. 
Momento de la verdad.

Y es por eso que sigues urdiendo, 
sigilosamente, 
desplegar tus alas, en tu primera guarida, 
bailar con esa luz, azul, atravesando, 
acaso un viernes...

lunes, 27 de diciembre de 2021

Adrian Smith, Richie Kotzen y un temazo de época


Siempre fui reacio a selecciones tales como el disco o tema del año, la película del mes, la novela de la década y juicios por el estilo. Ese tipo de veredictos siempre me han parecido y son, no me caben dudas, en todo momento, arbitrarios y discutibles como todo dictámen inamovible, del orden que sea. Pero tampoco me caben dudas de que Scars, el tercer track del discazo que editaron Adrian Smith y Richie Kotzen en marzo pasado (Smith/Kotzen), más allá de lo que haya inspirado la canción, encarna de manera palmaria la perplejidad y sensación de forzado desvinculamiento, de final de época que aún sigue viviendo el mundo ante el tan impredecible futuro que nos sigue planteando esta maldita pandemia. Y hay que decir que no solo la enfermedad es motivo de preocupación, para quien escribe, lo es mucho más la desmedida reacción de las administraciones de los distintos países con las discutibles restricciones y sus tremendas consecuencias en todo orden, no solo el económico, sino también las funestas secuelas psicológicas de los encierros prolongados, sin pasar por alto por cierto, las claras violaciones constitucionales que se han vivido en múltiples rincones del planeta, lamentablemente bajo gobiernos de todo color político. Pero esta entrada es más que nada para hablar (o escribir mejor dicho) sobre música. Obviamente la interpretación de la letra, como en todo hecho lírico con cierta cuota de cripticidad, es mucho más vasta, pero al menos a mí me es imposible desvincular a Scars de la sensación de miedo, desconcierto e incertidumbre ante lo que se vivió y aún se está viviendo en relación con la pandemia. Acá les comparto un enlace al texto en inglés y su traducción al español y para los que no lo escucharon, abajo va el tema y el videazo en acertado blanco y negro. Y el deseo de que 2022 sea un año de mayor expansión y de mayores libertades, ...en todo sentido.

lunes, 9 de agosto de 2021

El cine de terror y la quema de calorías

A continuación, una razón más para seguir apostando por ese hermoso género que tantos momentos gratos nos ha dado en esa extraña combinación de miedo y placer que sentimos cuando vemos películas de terror.

Dos profesores de la Universidad pakistaní Bahauddin Zakariya, en Multan (M. Imran Qadir y Muhmmad Asif), llegaron a la conclusión de que ver películas de terror no solo aporta una cuota de entretenimiento, sino también colabora con la pérdida de peso. La razón es simple y previsible: ver películas de terror acelera el ritmo cardíaco. En el caso particular de este estudio, estos dos científicos del departamento de Biotecnología y Tecnología Molecular, descubrieron que en promedio, el ritmo cardíaco se acelera un 28% por encima del que una persona tiene en estado de reposo. La variación coincide con la que se experimenta con algunos ejercicios de baja intensidad.  

Mientras miramos películas de terror, se desencadena un mecanismo de neurotransmisión en que hormonas como la dopamina y la serotonina son secretadas, poniéndonos en estado de alerta, más allá de que obviamente seamos conscientes de que estamos ante un hecho de ficción y de que ni nuestra vida ni nuestra integridad física se encuentran en peligro. 

Se ha demostrado por ejemplo, que ante una escena de asesinato, se ven afectadas las hormonas hepáticas en su función de metabolización de la glucosa. Por su parte, el corazón acelera el bombeo de sangre a los músculos, mientras que el páncreas aumenta la secreción de insulina por encima de lo normal. Debido a estos procesos, los espectadores sufren un descenso en sus niveles de glucosa en sangre como consecuencia del estrés al que se someten al ser testigos de este tipo de escenas. 

Participaron del estudio 120 voluntarios, a los que se les tomó una muestra de sangre previa y posteriormente a la proyección de los filmes; y conforme a los datos que arrojó la singular experiencia, El Resplandor es uno de los largometrajes que aportó una gran dosis de quema de calorías, ya que los voluntarios quemaron (en promedio) 184 calorías a lo largo de la proyección. El Exorcista aportó una quema de 158 calorías, superada levemente por Saw con 161 calorías quemadas. 

Para ser justos, hay que mencionar que una experiencia muy parecida fue hecha en 2012 en la Universidad de Westmister, en Londres, pero el muestreo se hizo sobre diez personas, un número mucho más reducido que el del estudio actual. En aquella oportunidad se elaboró un ranking de los diez films que más gasto calórico provocan: El Resplandor (184 calorías), Tiburón (161), El Exorcista (158), Alien, El Octavo Pasajero (152), Saw: El Juego del Miedo (133), Pesadilla en lo Profundo de la Noche (118), Actividad Paranormal (111), La Matanza de Texas (107) y El Proyecto Blair Witch y Rec (101 respectivamente).

Finalmente, los profesores Qadir y Asif, llegaron a la conclusión de que ver una cinta de terror durante una hora y cincuenta minutos equivale a quemar 113 calorías, pérdida calórica que se obtiene tras una caminata de aproximadamente media hora. Debe tenerse en cuenta asimismo que el gasto calórico está asociado también al metabolismo particular de cada persona y a su complexión física: a mayor masa corporal, mayor es el consumo de energía ante un determinado ejercicio realizado a través de un período establecido de tiempo. 

Aprovechando que hoy es lunes y que muchos seguramente han iniciado una dieta, se recomiendan como menú los siguientes siete filmes para cada día de esta semana: 

Lunes: Don´t Look Now (1973), de Nicolas Roeg

Martes: The Hills Have Eyes (1977), de Wes Craven

Miércoles: One Dark Night (1982), de Tom McLoughlin

Jueves: Sinster (2012), de Scott Derrickson

Viernes: Nosferatu the Vampyre (1979), de Werner Herzog

Sábado: El Espinazo del Diablo (2001), de Guillermo del Toro

Domingo: The Visit (2015), de M. Night Shyamalan